2023 Recap

2023 en risas

Si no estuvisteis por aquí (en internet, en foros, en el inframundo de los videojuegos) hace quince o veinte años, quizá os resulte imposible entender lo frecuente que era en esa época la certeza de que los videojuegos no eran graciosos. «¿Por qué no son graciosos los videojuegos?», se preguntaba, perplejo, Stephen Totilo en 2004, resumiendo el sentimiento de su tiempo. Un tiempo después, Al Lowe, creador de Leisure Suit Larry, ampliaba el alcance del tema: los videojuegos fueron graciosos, tiempo atrás, pero ya no. Si me preguntáis a mí, es una losa demasiado pesada como para que la lleven (aunque quizá podrían, como han demostrado hacen bien poquito) solos Ron Gilbert y Tim Schafer.

Repasando 2023, lo cierto es que la pregunta de por qué los videojuegos no son graciosos resulta miope, provinciana e incluso de mal gusto: los videojuegos siempre han sido graciosos, queriendo y sin querer, y este año ha quedado claro que ser graciosos es una tendencia de futuro. Es más: si no son graciosos, no serán nada.

Cuando pensamos en videojuegos «graciosos» solemos llevar la cabeza a las aventuras gráficas clásicas, como hacía Al Lowe cuando pensaba en esos buenos tiempos antes de que la industria del videojuego se comprometiera en bloque con la seriedad. Es un género al que le sienta bien la risa, es cierto (Return to Monkey Island, nexo entre el ayer y el hoy, es buen ejemplo), pero en 2023 hemos tenido ejemplos de todo tipo sobre cómo el diseño humorístico puede ir mucho más allá de las fronteras del point and click y añadir un magnetismo único a juegos de géneros muy diferentes. Pienso en What the Car?, por ejemplo, un juego de habilidad que añade pitorreo a la propia idea de habilidad cambiando en cada nivel la naturaleza misma de tu avatar, que pasa de ser un coche con patas a ser un coche pelota o un coche con una rueda de bici gigante en medio o un coche con un jetpack pegado, o incluso un coche que trabaja pelando calabacines en un restaurante. Estos «What the Games» (hay varios, todos divertidísimos) son un buen ejemplo de cómo es posible reírse a carcajadas en un juego que gira alrededor de los desafíos de habilidad, y que además está hecho, también visual y sonoramente, con un sentido del humor tremendo.

También salió, después de unos años de espera, Knuckle Sandwich, ese RPG a lo Mother 3 sobre un tipo algo flojo pero bienintencionado que llega a la gran ciudad en busca de trabajo y se ve envuelto en una conspiración interdimensional. Es un juego graciosísimo de pies a cabeza, con un tipo de humor que seguro que quienes hayan crecido jugando a Final Fantasy, Dragon Quest o Pokémon (como sería el caso de Itoi cuando creó Mother) encuentran muy cercano, y que de paso aprovecha los chistes para meternos en la sesera temas mucho más oscuros y difíciles de digerir. En Garde!, del estudio francés Fireplace Games, parte de ese tipo de combate centrado y estricto que quizá podamos asociar a los Souls (¡otros con algún chispazo de humor inolvidable!) y le da un giro cómico añadiendo la posibilidad de usar el entorno a nuestro favor para, como en los dibujos animados, poner la balanza a nuestro favor de las maneras más disparatadas. Menos inmediato, el reciente PortalSnake es un juego de puzzles sesudo y potente con un diseño de niveles humorístico: las normas de esta mezcla entre Portal y la Serpiente (por si el título no os daba pistas suficientes) se tensan de maneras tan rocambolescas que los famosos «momentos ahá» de los juegos de puzzles se convierten aquí en «momentos jajá». Lo diseña la misma persona que hizo SquishCraft, y se nota.

Pero para pensar en la importancia del humor en los videojuegos de 2023 no me quiero centrar en los juegos de risa, en los Untitled Goose Game o Goat Simulator del mundo; no quiero cometer el error de convertir el humor en una isla remota, una isla de locos que se ríen fuera del mundo y cuya risa no se oye desde el Gran Continente del videojuego «serio». Se nota sentido del humor y una naturalidad mayor a la hora de jugar con la risa en títulos de todo pelaje, desde The Exit 8 (con esos pasillos de metro infinitos e impredecibles) hasta Mars First Logistics (donde las físicas, el sistema de construcción y el diseño de niveles conspiran para ponerte en las tesituras más ridículas y jodidas, y para obligarte a que te rías de tu fracaso, por tu propio bien; pasa algo parecido en Tears of the Kingdom). Pero los juegos donde la risa puede tener un papel más importante son, claro, los dos de siempre.

Baldur’s Gate III y Alan Wake II no son juegos «de risa». Ni mucho menos; el primero cuenta la historia de un grupo de aventureros que debe encontrar la forma de neutralizar unos parásitos que amenazan con anular su voluntad y convertirlos en siervos de una civilización de monstruos que quieren esclavizar el mundo; el segundo, sobre un escritor atormentado que está atrapado en un mundo de pesadilla y una agente del FBI que investiga asesinatos rituales. Son un juego de rol occidental en vista isométrica, el primero, con multitud de sistemas para levantar una historia épica y diseñada para ofrecer cientos de horas a lo largo de varias partidas, y un survival horror en tercera persona, el segundo, en el que las criaturas monstruosas y hostiles abundan y los recursos escasean.

Y sin embargo, ¿os imagináis Baldur’s Gate III y Alan Wake II sin las risas? Los diálogos desternillantes, las interacciones inesperadas, los choques de sistemas que dan lugar a momentos únicos y que te guardas para ti como la anécdota más graciosa que hayas vivido en el «mundo real»; los anuncios de televisión desopilantes, los personajes extraños, ¡los números musicales! Cuando Swen Vincke subió a recoger los merecidos premios de Larian en los Game Awards, lo hizo ataviado en esa armadura que parece llevar puesta todo el rato, con la dignidad y el porte del mejor clown; estaba cantado (juas) que Sam Lake, cabecilla de Remedy, no podía representar su obra maestra sobre el escenario de otra forma que bailando, y así lo hizo. ¿Cómo de peores serían estos dos juegos si no fueran, además de todo lo otro, graciosos? ¿Podrían aspirar a ser poco más que anecdóticos si no integraran como lo hacen el humor?

Eso es algo que los japoneses entendieron hace mucho tiempo, mientras en Occidente construíamos las monumentales cárceles del humor que en cierto momento consideramos que eran «los juegos graciosos» que un buen día simplemente dejaron de hacerse; en 2023, el humor, la comedia, la risa, el ridículo se han convertido en la muy bienvenida sal que potencia todos los sabores incluso en los títulos más oscuros, dramáticos o cerebrales. ¿Qué mejor prueba de que los videojuegos van para adelante? Si tenemos que pedirle solo una cosa a 2024, que sean más risas.


¿Cuáles son los mejores juegos de 2023? ¿Qué temas han dominado la actualidad durante el año? ¿Qué nos conviene repasar antes de arrancar 2024? Durante los últimos días de 2023, el equipo de AnaitGames y sus olaboradoras y colaboradores exploran los temas, juegos y noticias más relevantes del año.

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  1. Shalashaska

    Efectivamente, los japoneses lo entendieron hace décadas. Los Yakuza son lo más serio y a la vez lo más cachondo que puedes encontrar. Y ese equilibrio es lo que hace que tanto cuando se pone dramático como cuando está de jajas te involucres al cien por cien.

  2. Malleys

    Leí este artículo el otro día y lo dejé sin comentar, fatal por mi parte porque es excelente