Análisis de Trine

Trine parte de un planteamiento típico, guerrero, ladrona y mago se dedican a pasar por criptas, cuevas y bosques, en dirección al castillo donde radica el mal que azota el reino, a cantarle las cuarenta. Este podría ser (y suele ser) el planteamiento de Diablos, de hack’n slash varios y multitud de títulos donde te pasas la mitad del tiempo matando bichos y la otra mitad gestionando el inventario y vendiendo lo que te sobra. Aunque Nobilis aquí ha creado un concepto radicalmente distinto. Plataformas 2D. Plataformas 2D de última generación, todo sea dicho, con sus físicas, sus particulitas y su escenario en 3D donde, aunque nos movamos sólo en el plano lateral, nos muestra el nivel en toda su profundidad. Todo modeladito en 3D, hasta el último árbol, en vez de repetición de fondos en parallax. En vez de elegir un personaje para desarrollar la aventura al completo, partimos de la premisa que las almas de los personaje se han mezclado por culpa de un artefacto mágico, por lo que, aunque sólo tendremos un personaje en la pantalla, podremos intercambiarlo por otro en cualquier momento. Los personajes son una representación de los distintos tipos de juego, acción utilizando el guerrero, plataformas utilizando la ladrona, y puzzles manejando el mago. Los elementos están bastante integrados, por lo que el plataformeo y el puzzle, generalmente puzzles de física, forman un conjunto, aliñado de enemigos que aparecerán constantemente, obligándonos a cambiar de personaje con bastante asiduidad. Hay quien compara este juego con el Lost Vikings, y eso suele indicar que quien lo compara no ha jugado al Trine o al Lost Vikings. No tiene nada que ver. En realidad es mucho más parecido a un Prince of Persia clásico. Sí, tenemos tres personajes, con distintas habilidades, pero al poder cambiar entre ellos, inmediatamente y sin límite (al compartir el mismo «cuerpo»), no sería demasiado distinto si sólo llevásemos un personaje que pudiera realizar todas las acciones a la vez. El guerrero se especializa en combate, luchando con espada o, más tarde, maza. Aparte de eso, las únicas habilidades relevantes son poder bloquear con el escudo (no sólo ataques, sino también trampas), y poder coger y tirar rocas, cosa que no haremos nunca. El mago es la otra cara de la moneda. Nada de combate. Cero. Nulo. Ni una bola de fuego (broma recurrente durante todo el juego), ni un triste proyectil mágico. Será el personaje que menos utilizaremos y la única utilidad es crear objetos (cajas, tablones e incluso plataformas voladoras) que necesitaremos puntualmente para resolver los puzzles, así como mover objetos a distancia (que hace que la habilidad de coger y tirar objetos del guerrero sea de lo más prescindible). La ladrona, en cambio, la usaremos constantemente. No sólo es vital para la parte de plataformeo (que es la mayoría), al poder tirar ganchos para balancearse, en la mayoría de superfícies, sino que utilizando las flechas podremos acabar con la mayoría de enemigos. Nuestros personajes irán subiendo de nivel al conseguir viales de experiencia (que tienen los enemigos o están diseminados por el escenario), haciéndose más resistentes y consiguiendo puntos de habilidad para comprar mejoras para nuestras habilidades. También podrán equipar objetos que encontremos en cofres secretos, que nos permitirán mejorar nuestra vida o energía (necesario para realizar ciertas habilidades), o nos darán habilidades especiales como regeneración, potenciar nuestro daño o habilidades, o respirar bajo el agua. El diseño de niveles es impecable. Los puzzles son sutiles, básicamente relacionados a la modificación del escenario, creando objetos que nos ayuden a llegar a la siguiente plataforma, o utilizar la física (poleas, rotación de tablones anclados al escenario, objetos enganchados con cuerdas o cadenas). Algunas fases tendrán algún contenido específico para dar variedad, como exploración bajo el agua, oscuridad o desprendimientos, pero el esquema básico del juego es constante, con algo más de combate o algo más de puzzles dependiendo de la fase. Y la dificultad es de lo más asequible. Es difícil que nos maten, excepto en zons concretas con vacíos o lava, y aún cuando lo hagan, los puntos de control están muy cerca entre ellos, y reapareceremos en ellos de forma instantánea, sin tener que volver a matar o recoger nada que ya hayamos hecho. Afortunadamente, el control se ha adaptado a la perfección para el mando de la PS3. La versión PC (de la que os recomiendo la demo) tenía un sistema de movimiento de personaje con cursor en pantalla. Este sistema se mantienen sólo cuando manejamos al mago, para «dibujar» los objetos que creamos. La ladrona tiene un sistema de autoapuntado para el garfio que funciona mejor que el sistema utilizado en el PC, y tanto las flechas como la cobertura del guerrero se realizarán marcando la dirección con el analógico derecho, en vez de apuntar en pantalla. El nivel de calidad es prácticamente de juego retail. Los gráficos son impresionantes, aunque se haya caído el antialiasing de la versión PC en la conversión, y las animaciones están cuidadas. Tanto textos como voces están en nuestro idioma, aunque la presentación desmerece un poco. La historia nos viene presentada con la voz de un narrador y una serie de imágenes fijas, al principio, y en el resto de los niveles con una simple imagen del mapa del reino mientras escuchamos la historia. Así como algún pequeño diálogo de los personajes, al empezar o finalizar un nivel. Se echa en falta, pues, alguna pequeña cinemática, o algo más vistoso que nos incite a interesarnos por la historia en vez de darle al X para pasar al siguiente nivel. Aunque la sencillez de la presentación es perdonable, el gran problema está en la duración. El juego se compone de 15 niveles, aunque muchos de ellos son bastante cortos, de forma que nos podremos acabar el juego en unas 5 horas. A partir de ahí, lo único que podemos hacer es conseguir los viales de experiencia y cofres con objetos que hayamos dejado olvidados, rejugando esos niveles. Y eso tan sólo nos ocupará un par de horas más. Es una lástima, porque el juego es bastante adictivo, y lo más probable es que, en vez de jugar algún nivel de tanto en tanto para pasar el rato, nos pongamos y nos lo acabemos de una sentada. Probablemente esto hace que el precio de 20 euros sea excesivo para lo que ofrece. Es un gran juego, pero corto. Los niveles de dificultad adicionales tan sólo hacen que los enemigos hagan más daño, y el juego necesita el doble de niveles o, como mínimo un modo de dificultad donde hubieran modificaciones en las posiciones de enemigos o trampas. Lo único que puede alargar ligeramente la vida del juego es un sistema de juego cooperativo (offline) donde podremos manejar dos personajes a la vez (podremos cambiar en cualquier momento de personaje, aunque sin repetir el mismo). Pero el diseño de niveles no está preparado para eso, y básicamente es como jugar uno sólo mientras el otro se lo mira y espera que el otro jugador le ceda el personaje necesario para superar cierto obstáculo. Nota: 7