Parálisis permanente

Análisis de Rory McIlroy PGA Tour

Análisis de Rory McIlroy PGA Tour

El hombre que va a jugar al golf para olvidarse del trabajo pronto se irá a trabajar para olvidarse del golf.

—Proverbio pijo

La frase de arriba lo estipula perfectamente: el golf es una mierda. Intentad meter una bola en un agujero de una mesa de billar, acumulad toda la frustración que os produce no conseguirlo y multiplicadla por las proporciones de un campo de cuatrocientos metros lleno de árboles y fosos de arena. Imaginad lo que se siente. Además los campos de golf suelen ser lugares idílicos, perfectamente cuidado y llenos de restaurantes de lujo y adorables conejillos correteando entre matorrales; es tan bonito que da rabia. Del mismo modo que la gente que suele jugarlo: millonarios cincuentones con chalecos ridículos y gorritas horribles. Hasta los comentaristas que retransmiten los torneos por televisión parecen embriagados del asco que les da lo que están viendo. Es un deporte pensado para sacarle a uno de quicio.

Y a mí me encanta.

En mi tercera hora de juego solté el mando de mi consola y besé a mi perro repetinamente, que me miró contrariado, intentando despegar los ojos tras despertar de una forma tan extraña. Había conseguido un ace. Un puto ace. Es decir, había colado la pelota en el agujero al primer golpe. Tres bajo par, torneo sentenciado. Esa es la magia del golf: que el tedio, la frustración, los jerseys en tonos pastel que ponen a prueba nuestro control de la ira o los palos de metal doblados a rodillazos pasan a un segundo plano cuando la bolita hace el jodido favor de entrar. Igual que en el fútbol (los americanos dicen que no entienden que nos guste un deporte que puede terminar cero a cero), el juego es eso que sucede sin mucho interés hasta que la metes. Y en la vida un poco también.

Por eso tras un año sabático que nos privó de PGA Tour en consolas de nueva generación y por vez primera después de romper su milenaria relación con Tiger Woods, muchos esperábamos de EA lo que simplemente venía prometiendo: el siguiente eslabón en la cadena evolutiva del golf videojuerguista. Sabiendo que la única competencia el desnatado y alicaído The Golf Club, las zagales de EA Tiburón tenían margen de sobra y muy poca presión para experimentar con este nuevo comienzo, traer nuevas ideas y marcar un punto de inflexión de la mano de Rory McIloy, el actual número uno del mundo.

Al final lo que salido del horno, una vez despejada la humareda de hype relativo entre todos los aficionados a los juegos de golf (en total somos dos: un sexagenario de Minnesota pegado a una botella de oxígeno y un servidor), es un pastel sin topping ni glaseado que se arruga como un castillo inflable en cuanto lo tocas con un dedo. Rory McIlroy PGA Tour es como el propio Rory McIlroy en sus apariciones en vídeo durante el prólogo del juego: un señor menudo con pinta de anémico, de mirada muerta y hombros caídos, que nos habla de golf como quien sale cinco minutos de su cubículo en Contabilidad para explicarle a su jefe de departamento por qué el formulario B-143 es importante.

El otro día leí que Rory cortó con su prometida con una llamada telefónica de diez minutos. Eso es justo lo que hace su primer juego: destruir las esperanzas e ilusiones cultivadas durante años con una mueca resignada, una frase de librillo de tópicos como “no eres tú, soy yo” e irse andando por donde vino.

Análisis de Rory McIlroy PGA Tour

Rory McIlroy PGA Tour tiene propuestas aceptables, aunque no las suficientes. Su modo carrera profesional es flojo, elemental y sin alicientes mi margen para decidir la progresión sin depender de perfiles prestablecidos; los tres modos de control (el Arcade, basado en mover el stick para el swing; el Classic, con el típico tiro a tres pulsaciones en una ruleta; y el Tour, similar al arcade pero más sensible al movimiento y sin marcadores de ayuda) coinciden en una incapacidad total de transmitir realismo o control sobre el movimiento del golfista. La pelota se agarra al césped de una forma inverosímil y la facilidad con la que el juego “perdona” nuestras imprecisiones hace que el valor de un birdie o un eagle solo sea un número en una tabla y no nos haga sentido genuinamente satisfechos de conseguirlo. Quizá sí la primera vez, pero no las que siguen.

Los problemas de esta edición de PGA Tour no se deben a malas decisiones de diseño o una propuesta equívoca: la impresión es de que todo está a medio hacer, de que esto es una beta de algo mucho más digno de la serie. La cantidad de contenido es descorazonadora, solo ocho torneos auténticos; y el modo online cara a cara es un despropósito donde ni se respira competición ni parece que haya otros jugadores al otro lado del cable, solo unas pelotas que se mueven por el escenario y unas figuras idénticas a nuestro golfista que aparecen y desaparecen en pantalla.

Y ojo con el verbo, “aparecer”, porque es la acción que más se repite en muchos momentos del juego: árboles, patos, zorrillos, conejos, casas y jodidos lagos enteros se materializan en el televisor con más retraso temporal del que marca la decencia. Por motivos evidentes, los juegos de golf suelen ser muy dados a lo contemplativo y a los interludios entre hoyo y hoyo o torneo y torneo. Aquí, como en las retransmisiones oficiales, se ha optado por hermosos travellings horizontales y planos que sobrevuelan el campo, y es justo ahí donde el pop in se arranca el chándal y empieza a correr desnudo por el césped. Está claro que el motor gráfico no puede darnos lo que EA Tiburon le ha pedido, o que hay algo ahí dentro que necesita varias semanas de pulir y enderezar, porque el juego es técnicamente muy, muy problemático.

Análisis de Rory McIlroy PGA Tour

Si algo le salva, y si es que consigue salvarle, es la llamativa inclusión de campos de golf competitivos basados en mapas como los archipiélagos de Battlefield 4 o el ameno modo Night Club Challenge (seguro que Tiger Woods se habría movido ahí como pez en el agua), y que aquí es una suerte de arcade añadido en el que avanzamos superando distintas pruebas poco imaginativas y desbloqueando power-ups, como una versión no demasiado inspirada de los entrenamientos en Virtua Golf o FIFA. Se deja jugar, pero desde luego ni se parece ni tiene nada que ver con el golf.

Habrá que ver si esto son solo los cimientos precarios y llenos de cables pelados y clavos afilados de una experiencia mucho mejor en un futuro hipotético, pero de momento la nueva apuesta golfística de EA es dolorosamente mediocre y desaborida. Allá donde otros como The Golf Club al menos hacían una apuesta clara y decidida por la simulación solemne con muy poco recursos, con Rory McIlroy PGA Tour la compañía californiana ha demostrado escaso interés, ya no en hacer propuestas nuevas, sino simplemente de ofrecer un juego con unos estándares mínimos de calidad. Seguro que no tiene nada que ver, y de hecho con NBA Live la trayectoria parece similar, pero tengo que decirlo: esto con Tiger no pasaba. [5]

Redactor
  1. Dar99

    Magnífico texto, con gran sentido del humor, como siempre, Pinjed.
    Es una pena que el juego haya salido tan mal, no le suelo dar a los simuladores de golf desde aquél Links en mi viejo 286, pero por alguna razón, este me apetecía probarlo. Por las capturas y el trailer pintaba bien.

  2. cudeiro

    Joer!. Que bajonazo me ha dado leer esto. Yo lo tenía como compra segura para cuando volviese de vacaciones pero me parece que salvo ataque compulsivo voy a esperar a que salga en oferta

  3. CasaTarradellas

    @lolskiller
    Me han entrado ganas de jugar al Mario Golf de la 64 :boohoo:

  4. epi

    Una pena, seguimos sin un buen simulador de golf para esta generación.

  5. METALMAN

    Pues que putada, que aquí al menda también le apetecía un buen juego de golf. Estos de EA a veces tratan a sus sagas de una forma incomprensible, porque PGA son unas siglas de leyenda dentro del videojuego…nada, tiraré de retro.

    Saludos!

  6. Rocks

    No conocía la existencia de EA Tiburon, pero deberían encargarles el Far Cry 5: Tornado.

  7. Ch4

    Pues con el sexagenario de Minnesota, @pinjed y yo, ya somos tres.
    Soy de los que lleva muchos años disfrutando con Tiger (que mal suena eso… :mrgreen: ), y este año tras ver gameplays, me he llevado una decepción enorme.
    Popping, a estas alturas ¿en serio?, quitamos más de la mitad de los campos ¿en serio?, capamos el editor de jugadores ¿en serio?, cuatro modos de juego escasos ¿en serio?…

    Creo que voy a coger un hierro 7 y plantarme en la sede de EA… :pared: :bravo:

  8. wizn

    Otro aficionado al golf por aquí.Me jodio bastante que cerraran los servidores del EveryBodys Golf:World Tour, y ando con mono de Golf a tope ¿De los de EA cual es el mejor?

    Excelente texto por otro lado. 😀

  9. Ch4

    @wizn yo, en PS3, pasé por casi todos los TW y, te recomendaría casi cualquiera.
    Este es el último que jugué, y poder jugar en Augusta es impagable… 😉

    http://www.anaitgames.com/analisis/analisis-tiger-woods-pga-tour-12-the-masters

  10. pinjed

    @wizn dijo:
    Otro aficionado al golf por aquí.Me jodio bastante que cerraran los servidores del EveryBodys Golf:World Tour, y ando con mono de Golf a tope ¿De los de EA cual es el mejor?

    Excelente texto por otro lado. 😀

    Han ido muy cuesta abajo desde los mejores (2003-2005) pero de la generación anterior el 2009, el 2010 y el 2012 están bastante bien.

  11. pabliter

    Como he leído hace poco:

    ¨

    El golf: ese deporte donde cuanto más mejoras menos tiempo pasas jugando

    ¨

  12. wizn

    Muchas gracias por las Recomendaciones @Pinjed.

    BTW encontre el 13 a un muy buen precio ¿Esta a la altura o merece muchisimo mas la pena el 12?

  13. pinjed

    @wizn

    Ve a por el 13.

  14. Mith

    Me he reído mucho con el texto, enhorabuena 🙂

  15. VaciadoMortal

    Telita con la trospidez de poner al tal Rory McEllroy como imagen del juego.