Hablar de Music Monstars es hablar de Novarama, y hablar de Novarama es hablar de Daniel Sánchez-Crespo. Y aunque podemos decir que el juego es así o asá sin contar todo lo demás, lo considero necesario para el final de todo esto: Daniel Sánchez-Crespo es, posiblemente, el principal valedor del crecimiento experimentado en estos últimos años en España (y especialmente en Barcelona) en cuanto a desarrollo de videojuegos. No sólo es el director del Máster de Desarrollo de Videojuegos de la Universidad Pompeu Fabra, sino que durante seis años fue el comisario de la parte de videojuegos de Art Futura, que no fue únicamente un foco de animación para el cotarro, sino nos permitió disfrutar de la visita de gente como los creadores del EyeToy, de Onmiusha 3, Heavenly Sword, LittleBigPlanet, Spore o incluso del mítico Tetsuya Mizuguchi. Además, todos los años hacía una mesa redonda sobre el desarrollo en España, y un concurso para gente novel. En el año 2000 fundó Novarama, y desde entonces hemos visto muy pocos juegos con esa firma (Fallen Lords, Music Monstars y en el E3 presentaron InVizimals). Los avezados lectores de AnaitGames recordarán también Wild Summer, pero ese proyecto se quedó algo congelado. Y ahora sí, hablemos del juego que nos ocupa. Music Monstars es un simulador musical para niños. Quedaos con ese dato porque es importante. Durante el juego tenemos básicamente tres opciones: jugar el modo carrera (con sus diferentes niveles de dificultad), practicar alguna canción (o tocarla en multijugador), o componerla nosotros. Empezaré hablando del modo carrera. En él seguimos un orden de canciones de dificultad ascendente (donde por cierto nos encontramos desde hits glamourosos como Toxic de Britney Spears hasta temas retro como The Final Countdown, pasando por canciones de música clásica como Canon de Pachelbel), con un sistema de juego muy parecido al Ouendan: un circulo azul indica que tenemos que presionar en ese punto, pero lo debemos hacer cuando una flecha que hay en el circulo azul alcanza su posición más elevada (momento en el que el circulo se vuelve blanco). Algo que me ha gustado bastante, en comparación con otros juegos (Guitar Hero, por ejemplo), es que le demos bien o le demos mal algo suena. Si lo hacemos bien sonará correctamente, si no sonará de otra manera, pero esto nos permite ver realmente cómo lo estamos haciendo. Y así durante 18 canciones, con una especie de cutscenes súper sencillas entre canción y canción, en las que se nos explicará qué tenemos que conseguir para superar la siguiente canción (a veces será hacer una cantidad de notas seguidas, otras veces llegar a una puntuación, otras una cantidad determinada de precisión…). Esto le aporta una cierta jugabilidad más «de videojuegos de verdad», que la mayoría de juegos musicales. En el modo multijugador varios amigos pueden llevar diferentes instrumentos en una partida, lo que puede llegar a ser muy divertido, pero para ello tienes que tener amigos. Y todos sabemos lo difícil que está eso ahora mismo. El modo creación es otra sorpresa (bueno, lo fue cuando lo vimos hace un año en la presentación que nos hicieron). En el podemos crear 4 pistas con diferentes instrumentos (la cantidad de estos depende de nuestros avances en el juego, y puede ser realmente elevada), y su funcionamiento es parecido al de un tracker, pero más táctil. Si sois creativos y no sois tan guays como para tener el Korg DS (he visto a muchos anaiteros usando esto a la vez), es vuestra opción. Ahora viene la parte mala: las canciones son en midi. Esto a mí personalmente me da igual, pero hay a quien le fastidia bastante. Hay un karaoke en la pantalla superior para que puedas seguir las letras, pero a quien le guste también oír las voces originales tendrá que jugar con ellas en otro medio. Los gráficos no es que sean impresionantes, pero sí parecen bien diseñados para el público que buscan (infantil). Así, veremos diferentes monstruitos bastante simpaticones. En resumidas cuentas, Novarama presenta un juego redondo en el más puro sentido de la palabra (no, la tarjeta de DS tiene el mismo formato que cualquier otra). Es pequeño, está bien hecho, y cumple con su cometido. No tiene fallos importantes (lo de midi en una consola más grande sí sería un problema gordo) y además aporta algo. Nota: 6
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La verdad es que las imagenes que se pudieron ver de «Wild Summer» prometian, tenian muy buena calidad, una lastima.
Pues yo he tenido ocasion de probarlo y me esta viciando bastante, y lo que sea un midi, me parece q una ds tampoco esta para pedirle calidad mp3 con partitura libre!