Análisis de Far Cry 2

Instincts: Predator (Xbox 360) cuenta poco por ser una conversión con gráficos mejorados, Vengance (Wii) cuenta menos por ser básicamente lo mismo, pero con gráficos empeorados y con Paradise Lost (Arcade), cuya existencia acabo de descubrir gracias a Wikipedia, sobran las palabras. Podríamos y deberíamos decir, pues, que Far Cry 2 es el auténtico estreno de la saga en next-gen. Y como las paradisíacas playas tropicales estaban ya muy quemadas, Ubisoft nos propone hacer precisamente eso, ahora literalmente, con África. Es un entorno que encaja mucho mejor con el cambio de rumbo total de la franquicia y, de paso, logra distanciarla inteligentemente de Recesyon Crysis, para evitar comparaciones. Lo primero en Far Cry 2 es seleccionar el mercenario que queremos controlar. Es relativamente irrelevante, pues la historia no varía en absoluto, así que puedes elegir el que tenga las manos más bonitas: es lo único suyo que verás durante el 99% del juego. O el irlandés tuerto que va ahí con su polo. O el que se parece a Kevin Spacey, por los lulz. Sea como sea, ninguno será el protagonista del juego; ese papel corresponde al enorme cacho de África por el que nos moveremos. En 58 kilómetros cuadrados no encontré ningún Tribunal Constitucional donde preguntar si eso era un país, una nación o qué. Ni siquiera conozco su nombre. Pero sí sé que está terriblemente bien hecho. Hay jungla, sabana, desierto, ríos, montañas e incluso un enorme lago. Todo combinado y diseñado de forma magistral, con transiciones algo exageradas pero ni mucho menos bruscas o cantonas, y sin una sola barrera; es un mundo abierto para un juego con desarrollo absolutamente sandbox. Y es que el título de Ubisoft Montreal tiene tanto de cualquier FPS como de GTA. Las decenas de misiones, principales o secundarias, las tiendas y las casas francas donde guardar partida esperan esparcidas por el mapa a que pasemos por allí con un todoterreno, una lancha o a «patica». Hay muchas cosas por hacer, tal vez demasiadas si no te organizas un poco, pero un solo objetivo: encontrar y matar al Chacal. Eso sí, descuidar cosas como conseguir pastillas para mantener tu malaria más o menos a raya es una muy mala idea.

¡Hija de una hiena!

Desgraciadamente, el Chacal no es Bruce Willis. Es un traficante de armas que está pasando mercancía tanto al UFL como a la APR, las dos facciones que se enfrentan en un conflicto que va a más. Unos te caerán seguramente mejor que los otros, pero para llegar a tu presa debes realizar encargos para ambos. ¿Y sabes qué? Te da igual. Porque esa no es tu tierra, ni tu gente, ni tu guerra. No simpatizas con nadie y cabreas a todo el mundo. Puede que algunos te consideren un hijo de puta por eso, pero mirado fríamente estás siendo profesional. Estás allí sólo por trabajo, no lo olvides. Así te sientes al jugar; metido en un pequeño gran conflicto que no va contigo. No debes lealtad a nadie más que a Don Diamante y a Sr Rifle Deasalto. Me gusta la perspectiva, pues te sientes mercenario en el sentido más duro de la palabra. De todos modos, profundizar un poco más en esa moralidad tan de moda o en las decisiones (las hay, pero poco notables) habría sido lo suyo. Más que nada porque lo esperaba, había leído en una entrevista o una preview que lo iban a hacer… y no. Hacerte arrasar una aldea mientras los hombres, mujeres y niños que la habitan duermen sería seguramente demasiado heavy, pero entre eso y que en ningún momento te sientas tan “mal” como cuando atropellas a media familia de gacelas por conducir despistado mirando el mapa, tiene que haber un término medio. El argumento es poco profundo pero ciertamente efectivo. Con algunos giros interesantes pero sin personajes memorables, y si algo nos ha enseñado GTA es lo mucho que te anima eso un sandbox. Por otra parte, seguro que si alguien se lo propone (no subestimes nunca el poder de la gilipollez, querido lector) puede decir que es un juego de blancos matando negros, pero a mí me pareció totalmente respetuoso en todo momento. Aunque tampoco se moja, la verdad. La crítica es casi invisible y cuando aparece lo hace de forma tímida y poco convincente. Es lo más inteligente, supongo, pues mucho me temo que ni varios de nosotros, ni la sociedad, ni los medios, ni por descontado esos gilipollas estamos preparados para ver niños soldado en un videojuego.

And it burns, burns, burns…

Dejando ya de ponerme serio, que me estoy asustando, he de decir que no sé hasta qué punto es denunciable la situación de esa gente (la del juego). Nuestros enemigos deben comer bastante bien, porque son todos altos, fuertes, con una vista y una puntería envidiables y sobre todo una resistencia fuera de lo común. Exagerada, incluso. De las de seguir disparándote después de recibir un par de ráfagas en el pecho. Por suerte, vamos sobrados de cosas que hacen pupita. A medida que avanzamos en la historia desbloqueamos nuevas armas para comprar, que acaban conformando un arsenal amplio y variado: escopetas, pistolas, ametralladoras, lanzacohetes, explosivos, morteros, lanzallamas… Todo no te cabe en los bolsillos, así que sólo puedes llevar una arma de cada tipo (principal, secundaria y especial) a la vez, además del imprescindible machete. Siempre se pueden cambiar, de todos modos, en los almacenes convenientemente situados junto las armerías. La oferta de armas se traduce en una variedad de posibilidades que es, sin duda, lo mejor del combate de Far Cry 2. Y eso, junto con un control como debe ser, muy parecido al de Call of Duty 4, es garantía de éxito y diversión, de enfrentamientos intensos e imprevisibles (las armas de los enemigos, viejas y gastadas, mucho más, pero todas pueden encasquillarse) que te regalan momentos inolvidables. Como cuando tiras un cóctel molotov a la carretera y logras que el convoy que se acercaba gire bruscamente y se la pegue contra un árbol, listo para que lo remates con el RPG. O como cuando te subes a una roca de las de El Rey León y vas disparando a los barriles explosivos de ese puesto de vigilancia a cien metros de distancia, volviendo locos a los soldados que hay allí y esbozando una de esas sonrisas de cabronazo que sólo te salen cuando sujetas un rifle de francotirador. ¡Impagable! Sin embargo, la palma se la lleva el fuego. No recuerdo uno mejor en ningún otro juego. Gráficamente es impresionante, se propaga hasta cierto punto en la dirección del viento y… ¡quema! Prender la hierba seca en cuatro extremos, como en una bolsa de Magic Carbon para barbacoa, y ver que las llamas convergen para achicharrar a los enemigos acorralados es algo que no puede no gustarte. Y eso por no hablar de los combos de incendios y explosiones: disparo a esa bombona de gas, el fuego llega a unos recipientes con combustible que estallan y avivan más el incendio, que llega a un barril rojo (bendito lenguaje universal) y… ¡PEIM! La cosa se puede alargar bastante, y ojalá fuera posible comprar palomitas para comerlas mientras admiras esos espectáculos. El fuego, por cierto, se mantiene en el multijugador (muy bienvenido pero accesorio y secundario) y es de los pocos elementos que lo hacen distinto a sus competidores. El otro es un curradísimo editor de niveles que los PCeros habrán visto decenas de veces, pero al que los consoleros no estamos muy acostumbrados. Todo un acierto, sí señor. De vuelta a la campaña ((No sé si ha notado mucho, pero el párrafo sobre el multiplayer lo he añadido después de haber terminado el análisis… me había olvidado totalmente de él.)), comentaba antes que lo duros que son los enemigos. Por eso, (y a pesar de que su IA, sin ser ni mucho menos mala, no es la mejor que hemos visto), vas a pillar bastante. Recuperas salud con jeringuillas y, en ocasiones, con movimientos de curación (extraerte balas, recolocarte un brazo roto…) bastante brutales y explícitos. Al morir, si otro compañero mercenario está disponible, te ayuda. También ellos caen heridos, y puedes elegir entre curarlos o acelerar su muerte con tu pistola. Tranquilo, que las cebras no te van a denunciar.

Dunia rulz

Far Cry 2 me parece prodigioso desde un punto de vista técnico. El juego patea, apuñala, tirotea y hace volar por los aires el mito ese que dice que la calidad gráfica de un juego es inversamente proporcional a la extensión de su mapeado. Modelados y texturas impresionan casi tanto como la ausencia de tiempos de carga (salvo cuando cargamos partida o recorremos a las estaciones de autobuses para ir instantáneamente de un punto a otro) o los ciclos de día y noche en tiempo real. La iluminación es poco menos que cojonuda, especialmente al amanecer y durante la puesta de sol, y lo mismo para todos los efectos. Además, cada poblado es diferente, hay infinidad de zonas irrepetibles y el nivel de detalle es casi enfermizo: cuando creías haberlo visto todo, descubres que existen nidos de hormigas o encuentras un coche destrozado en cuya parte trasera se están asando unas chuletas. Hay algo de pop-in y ralentizaciones muy puntuales, sí, pero aquí son más perdonables que en cualquier otro juego. Lo que sí molesta bastante es este otro incomprensible fallo. En pantallas panorámicas, se corta la imagen arriba y abajo en lugar de mostrar más por los lados. La reducción del campo de visión llega a joder bastante al consultar mapas mientras conduces, pues para ver tu ubicación debes bajar la vista más veces de las que tocaría. Y eso, amigos, provoca accidentes. De momento hay una solución no oficial para PC, pero un parche de Ubi para todos es realmente necesario. En compatibles, por cierto, seguro que todo mejor, más pulido y con menos fallos, pero hasta 2011 no tendré un equipo lo suficientemente potente como para confirmarlo. El sonido está bien, aunque un escalón por debajo de los gráficos, en el terreno del clásico «cumple con su cometido». La banda sonora, básicamente con tambores y cánticos, evidentemente, tiene un papel poco destacado, el doblaje al castellano es correcto y gracias y los efectos de sonido refuerzan la maravillosa ambientación, pero juega malas pasadas: la primera vez que escuché lo que parecía ser un mono estuve media hora larga buscándolo antes de darme por vencido y aceptar la trágica noticia: no hay monos en Far Cry 2. ¿Por qué, Ubi? ¡¿POR QUÉ?!

El corazón de las tinieblas

Absolutamente todo el mundo usa este título al analizar este título, y nosotros no vamos a ser menos. No me he leído el relato, pero sí me he pasado la parte del final del juego con ese nombre. Hay que invertir un buen número de horas para llegar a ese punto. Así a ojo, entre 25 y 70, dependiendo del tiempo que dediques a la exploración y a los objetivos secundarios. Sea como sea, tiempo suficiente para detectar los dos mayores problemas del juego. El primero, inherente en cierto modo a estos mundos abiertos, son los trayectos. Acabarás pensando que la gente te encarga misiones no tanto por el riesgo que conllevan como porque les da palo ir hasta allí. Tu destino suele estar a tomar por el saco a mano izquierda y los puntos de “teletransporte” en forma de estaciones de autobús escasean y suelen también pillarte lejos. Además, siempre te encuentras con enemigos durante estos desplazamientos. En un principio amenizan los viajes, pero acaban cansando y no hace ninguna gracia que te maten en un punto que habías limpiado seis minutos antes (hay respawn «qué pa qué») sin que hayas podido guardar partida. El gran problema, sin embargo, es otro clásico de los sandbox: lo repetitivo de su desarrollo. Casi todas las misiones principales se resumen en “ir a un sitio y cargarse a todo el mundo”. Con los recaditos para la red clandestina, sean para conseguir pastillas contra la malaria o diamantes, tres cuartos de lo mismo, y para desbloquear nuevas armas siempre hay que destruir un convoy igual, aunque en diferentes puntos del mapa. Es cierto que la variedad de armas y posibilidades de ataque que comentaba ayuda un montón, pero no hay que confundir el dejar libertad al jugador, con pedirle que haga un trabajo que no le corresponde. Que en alguna misión nos obligaran a atacar de noche y usando una pistola con silenciador para no ser descubiertos o en otra nos guiaran un poco más en la forma de hacer estallar un objetivo no sería nada contraproducente; al contrario. Con más momentos como los que se viven al cambiar de acto (hay tres… y poco más puedo contar sin spoilear), el conjunto ganaría varios enteros.

Conclusión

Con Far Cry 2, Ubisoft ha realizado un esfuerzo muy loable para sacar partido a lo que sólo la next-gen puede ofrecer y aportar novedades a un género que ha cambiado demasiado poco en los últimos años. El planteamiento es interesantísimo y la ejecución es casi siempre satisfactoria, pero se ha descuidado un aspecto del diseño. El juego te abruma al principio, mostrando de golpe todas sus virtudes, que son muchas y muy grandes, pero te pide que con eso aguantes toda la aventura (no pocas horas, recalco) mientras vas descubriendo fallos que no se molesta lo suficiente en disimular. De hecho, durante los primeros compases de mi peculiar safari me pregunté varias veces cómo era posible que tan pocos medios le hubieran cascado un 10 al juego. Luego lo fui entendiendo. Sea como sea, Far Cry 2 es un muy buen juego. Es ambicioso, diferente, atrevido y divertido. Me obliga a decir SÍ a la mezcla entre FPS y sandbox… aunque con algunas puntualizaciones. Por eso espero que cree escuela y sobre todo que los discípulos corrijan sus errores. Una posible secuela tendría una ocasión de oro para conseguirlo.

Nota: 8

Ficha técnica Plataformas: PlayStation 3, Xbox 360 (analizada), Windows. Desarrollador: Ubisoft Montreal Distribuidor: Ubisoft Género: Acción Precio: 69,95 € Código PEGI: 16+ Idioma: Totalmente en castellano. Fecha de salida: 21/10/2008