Análisis de Dead to Rights: Retribution

dead-to-rights-retribution-header Tras un inicio de la saga más que respetable y una secuela para el olvido, la tercera entrega de la saga Dead to Rights tira del borrón y cuenta nueva que tan de moda se ha puesto últimamente en los juegos y el cine. Quizá para evitar las riadas de bilis de los fanboys, se está abandonando el remake para aproximarse más al reboot o revisión. Esto es: un remake mal hecho a propósito que, de tan distinto a su original, aumenta sus opciones de ser bueno. Pero no nos engañemos: la franquicia Dead to Rights no tiene fanboys, ni defensores acérrimos, ni novias posesivas, ni nada. Y eso, como está el percal, lo cierto es que se convierte en una ventaja más que en un problema. Pero vamos al lío: el protagonista sigue siendo el fornido Jack Slate y su imponente alaskan malamute de setenta kilos Shadow. El lugar sigue siendo Grant City y los malos siguen siendo los pandilocos de toda la vida. Eso sí: Shadow no es un K-9, Jack es un poli atormentado por la ineptitud que le rodea en su trabajo y Grant City es un lugar oscuro, húmedo y ruinoso. En una conversación con Sempere, de Eurogamer.es, él me comentaba una teoría de la que Dead to Rights: Retribution es un perfecto ejemplo: la dichosa manía de reiniciar sagas aportándoles un toque de oscuridad está originando verdaderos despropósitos que no parecen tener en cuenta los descalabros que han ido sufriendo sus congéneres. Y es que si juntas una mecánica de juego tan arcade con una ambientación siniestra y un guión que pretende ser complejo, tienes muchas posibilidades de pegarte una buena hostia conceptual. dead-to-rights-retribution-03 Por suerte, con Dead to Rights: Retribution, aunque en ocasiones el ridículo de lo mostrado en pantalla alcance cotas alarmantes, el juego tiene la decencia de ser bastante divertido y relativamente variado pese a sus evidentes limitaciones. A nivel visual no estamos ante una superproducción precisamente: el diseño de personajes es muy poco imaginativo, escasamente trabajado y sumamente feo; y en lo técnico, algunas texturas duelen a la vista puestas sobre unas animaciones que parecen de una generación anterior y el control que tenemos de la cámara es algo ineficaz en combates cuerpo a cuerpo. Sin embargo, los chicos de Volatile parecen haberse centrado más en el fondo que en la forma, y eso es lo que salva a este título de la quema. Como os decía antes, el juego es un shooter arcade. Muy, muy arcade. La sencillez del funcionamiento de las armas y, sobre todo, su escasa munición, nos obligan una y otra vez a hacer uso de los puños para derrotar a los enemigos desplegando un sistema de combate algo limitado. No obstante, la transición entre uno y otro modo (las hostias y los tiricos) es tan fluida que se podría decir que no existe. Podemos abrirle una ventana torácica a un pandiloco con la misma facilidad que podemos romperle el cuello de una patada simplemente pulsando un gatillo. Y lo mejor: se pueden combinar. Con esto conseguimos algo tan satisfactorio como aturdir a un enemigo a base de golpes y luego rematarle de un tiro, o acercarnos desarmados a un malote, quitarle la pistola en un rápido movimiento y volarle la cara antes de que pueda decir “oh, mierda”. También podemos usar a nuestros enemigos como rehenes e incluso abrir puertas usando sus cabezas como ariete. dead-to-rights-retribution-04 Otra posibilidad la mar de espectacular son los “fatalities” con los que Jack acabará con la vida del pobre criminal en cuestión de forma especialmente cruenta. Patadas en las pelotas de esas que te levantan un metro del suelo, huesos hechos añicos, vértebras pulverizadas y disparos a bocajarro… Mi favorito, debo decirlo, es el “fatality” que realiza nuestro protagonista cuando va equipado con el primer rifle de precisión que encontramos: golpe, llave, y cuando el enemigo está en el suelo boca abajo, Jack le clava el cañón del fusil unos centímetros en la nuca y luego aprieta el gatillo desparramando las interioridades del pandiloco en el sucio suelo. Una delicia para los sentidos. Pero donde Dead to Rights: Retribution se gana parte de nuestro corazoncito (dentro de sus extremas limitaciones) es con la extrema voracidad de Shadow, el perro psicópata que nos sigue a todas partes. Como si de una Amaterasu en pleno brote psicótico se tratara, nuestro fiel compañero atacará a los enemigos sacudiéndoles por la tráquea como a muñecos de trapo, escarvando con sus garras en las tripas de esos infelices o incluso arrancándoles materialmente las gónadas de un despiadado mordisco que duele cada vez que lo ves. La gallina de piel, oigan. Esta obsesión con dañar los genitales masculinos nos lleva a dos posibles conclusiones: o en Volatile sólo trabajan mujeres con una vida sentimental poco afortunada, o esos muchachos son unos jodidos dementes peligrosos a los que alguien debería vigilar. O dicho de otro modo: me caen bien. dead-to-rights-retribution-02 Dejando de lado las sanguinolentas y agradecidas ayudas que Shadow nos presta en pleno combate, su presencia también aporta diversidad al desarrollo del juego. Y es que en ciertos momentos se nos exigirá encarnar su peluda personalidad y cumplir misiones de rastreo y localización de llaves u otros objetos, o incluso de rescate. En ambos casos, el juego muta en su dinámica y se convierte en un título de sigilo y espionaje en el que deberemos aislar a cada enemigo para abatirlo por sorpresa sin alertar a sus compañeros. Si este modo recuerda poderosamente a Batman: Arkham Asylum, esa sensación aumenta enteros cuando hacemos uso de modo rastreo, una copia descarada del modo detective del último juego del Caballero Oscuro. El problema aquí es que es hasta cierto punto verosímil que un superhéroe con tecnología avanzada sea capaz de ver a los enemigos a través de las paredes, distinguir si van armados e incluso adivinar su estado de alerta gracias al ritmo de sus pulsaciones. Pero que eso lo haga un jodido chucho cualquiera resulta cuanto menos llamativo. He tenido varios perros a lo largo de mi vida, y lo más sofisticado que les he visto hacer ha sido revolcarse en un montón de mierda de caballo. Los que jugasteis al primer Dead to Rights recordaréis con claridad su evidente inspiración en Max Payne a la hora de usar el tiempo-bala y lanzarnos en plancha con dos pistolas. El juego, como tantos otros, bebía del acierto de un grande de su generación como el inolvidable shooter neo noir de Remedy. Pues bien, en esta revisión ocurre algo similar. Conservamos el tiempo-bala (con su barrita de rigor que iremos llenando a base de headshots y palizas-relámpago) aunque de un modo más testimonial y menos espectacular, un recurso que utilizaremos cuando nos veamos completamente rodeados, aunque es perfectamente posible ignorarlo durante todo el juego. Pero donde Volatile vuelve a echar mano de los apuntes del empollón de la clase es con la inclusión de la cobertura y la reanimación de compañeros (en este caso el chucho), con un sistema prácticamente idéntico al de, efectivamente, Gears of War. No obstante, también es justo decir que la ejecución de las coberturas en Dead to Rights: Retribution funciona lo que vendría a decirse popularmente como el puto culo. Nuestro personaje, al esconderse tras una barrera, a menudo deja medio cuerpo o la cabeza asomando, recibiendo impactos de una forma francamente estúpida. Si a esto le sumamos que algunas de las coberturas acaban destrozadas en pocos segundos, la relativa dificultad del juego aumenta de forma injusta y algo tramposa. dead-to-rights-retribution-05 Aunque lo cierto es que eso poco importa. Todo lo dificultosos que podrían presentarse algunos tiroteos por culpa de la buena puntería de nuestros enemigos y la incompetencia de Jack para cubrirse (ahora por fin sé a qué se refería mi tío cuando me gritaba «no sirves ni para estar escondido») acaban casi en un paseo por el jardín gracias a algo a lo que estamos tristemente acostumbrados: la paupérrima e indignantemente idiota I.A. de los pandilocos (más o menos lógico) y los enemigos presuntamente entrenados y preparados para la élite de combate que lo único que ofrecen es una mayor resistencia a los disparos debido a sus corazas. La subnormalidad de ambos tipos de enemigos no es equiparable: es idéntica. Se cubren, muy bien; a veces hasta disparan sin asomar la cabeza, brillante; pero poseen el defecto que más ira despierta en mí la I.A. de un videojuego: no tienen paciencia. En un shooter decente de hace ya cinco añazos como F.E.A.R., los enemigos se coordinaban para flanquearnos y si se veían acorralados podían pasarse horas escondidos y lanzando ráfagas de fuego de cobertura con tal de vendernos su piel lo más cara posible. En Dead to Rights: Retribution, en cambio, tanto los pandilleros como los soldados de élite tienen una incomprensible prisa por morir. Abandonan su cobertura y corren hacia nosotros como pollos sin cabeza, e incluso más de uno al acercarse enfunda su arma para iniciar una lucha cuerpo a cuerpo. Y es que sólo hay una cosa peor que ser idiota: ser idiota y temerario. Pero a pesar de todos estos defectos, el juego se las ingenia hábilmente para ser divertido. Un divertimento simple, sencillo y libre de artificios y experimentos extraños en su mecánica. Sus mediocres valores de producción y su justito nivel técnico son evidentes a los ojos de cualquiera, pero quien aguante el primer nivel terminará acabándolo simplemente por las pequeñas satisfacciones que nos brinda su particular sistema de combate «cuerpo+pistola a cuerpo» (que tampoco es para todos los gustos) y la deliciosa ultraviolencia desplagada por el protagonista y, en mayor medida, el espeluznante can. Si a esto le añadimos la honestidad de no haber intentado meternos con calzador un modo online que muy posiblemente habría sido El Horror, lo cierto es que Dead to Rights: Retribution se salva de la quema y no sólo eso, sino que se convierte en un título muy a tener en cuenta para quienes no tengan remilgos a la hora de disfrutar de un juego que, como diría Miguel Gila, no mata pero desmoraliza. [7]
Redactor
  1. Miguel Vallés

    Divertidísimo análisis, Pinjed.

  2. manudb9

    @Malleys
    +1

    Dan ganas de comprarlo por recordar el análisis..

  3. Letras

    AWWWWW, ahora tengo ganas de alquilarlo o comprarlo de segunda mano.

  4. Harle

    Cojonudo el análisis xDDD, creo que mejor que el juego.