Amanita Design actualiza Machinarium con un nuevo motor gráfico

Este fin de semana se publicaba en Steam la Definitive Version de Machinarium, que suena a recopilación de contenido para volver a vender el juego, pero en realidad es una actualización totalmente gratuita que se puede equiparar perfectamente con otra cosa que habitualmente nos venden: una remasterización. La preciosa aventura gráfica que apuntaló el prestigio de los checos —de República Checa— de Amanita Design tras lanzar Samorost, y que protagonizaba un robotito llamado Josef al que han arrojado a un vertedero de la ciudad de Machinarium, ha recibido un tratamiento de belleza exhaustivo en este nuevo parche. Según explican sus autores, el original estaba hecho en Flash y con esta actualización se dota al juego de un motor gráfico nuevo:

Hemos reprogramado Machinarium desde cero. El juego ahora utiliza un motor personalizado basado en DirectX en lugar de Flash, que ha quedado bastante desfasado en los últimos años. Así puedes disfrutar Machinarium incluso en resoluciones altas más actuales. Y gracias a la compatibilidad con pad que hemos añadido, el juego funciona perfectamente en el modo Big Picture de Steam.

Esta actualización también implementa nuevos logros, más idiomas y una «nueva manera de jugar que lo hace mejor tanto para los fans como para los recién llegados». Si necesitáis más referencias, aquí tuvimos la suerte de que Letras analizara Machinarium (sin nota, eso sí; el tío era un espíritu indomable) con un texto capaz de convencer a cualquiera con afirmaciones como la que sigue:

Si tuviera que pillarme un dedo en una puerta cada vez que quisiera avanzar de pantalla lo haría, porque todas las escenas son una muestra de inspiración absoluta. No me quedo sólo con su estilo visual; es su intachable animación, sus delicados efectos de sonido, su banda sonora, la imaginación en el diseño de mecanismos y robots, su habilidad, en suma, para hacer de su mundo mecánico un sitio memorable sin emplear una sola línea de texto, ni una cinemática, ni un diálogo. Para construir literal y figuradamente un protagonista enormemente carismático en una escena y conectar con él, ser conscientes de su adorable vulnerabilidad en un mundo de matones mediante tres o cuatro burbujas de pensamiento.