Noche sin fax, noche de amor

Relay: morteros y telégrafos bajo una Navidad en guerra

Relay: morteros y telégrafos bajo una Navidad en guerra

En el prólogo de El Desayuno de los Campeones, el libro de Kurt Vonnegut, el escritor ficticio Philboyd Studge sirve como intermediario para que el famoso novelista americano vuelva a uno de los temas recurrentes en su carrera literaria: la guerra. Habla concretamente del famoso 11 de noviembre, el Día del Armisticio, que hasta la Segunda Guerra Mundial servía para conmemorar el final de la Gran Guerra y en el que se tenía por costumbre que la gente de todos los países que habían intervenido en el conflicto guardasen un minuto de silencio exactamente a las 11:11 de la mañana. Explica Studge que tan ceremonioso gesto reproducía lo que pasó realmente entre los cadáveres, los cráteres y los restos de metralla en aquel otoño de 1918, justo cuando se declaró el fin de la Primera Guerra Mundial: «He hablado con ancianos que estuvieron en los campos durante aquel minuto, y me han dicho, cada cual expresándolo a su modo, que aquel silencio repentino fue la Voz de Dios. Así que todavía hay entre nosotros algunos hombres que recuerdan el momento en que Dios habló a la humanidad absolutamente a las claras.»

El Desayuno de los Campeones se publicó en 1973, así que no: ya no queda ni uno solo de esos ancianos que menciona Studge, pero existe un momento al inicio de la Primera Guerra Mundial del que también suele hablarse y que no solo comparte cierto parecido con el Día del Armisticio, sino que resulta todavía más impactante por su carácter anecdótico y algo inverosímil. Se vino a llamar la Tregua de Navidad, y fue un alto el fuego no oficial que las tropas británicas y alemanas acordaron en el Frente Occidental durante la Nochebuena de 1914. La artillería se detuvo, los caídos fueron retirados y dado sepultura, se cantaron villancicos de una trinchera a la otra e incluso llegaron a reunirse algunos soldados de ambos bandos en la línea de batalla para saludarse e intercambiar cigarrillos y alcohol. Hay cartas de militares a sus familias que hablan de un partido de fútbol entre ingleses y alemanes, y en algunas áreas del frente la tregua se alargó hasta Año Nuevo.

No hay documentos que respalden esto, pero se dice que los altos mandos (que se habían ido a pasar la Navidad con sus familias) se opusieron a la tregua y en los años siguientes la comandancia programó intensos bombardeos durante las fechas navideñas para evitar que algo así volviese a suceder. En la Navidad de 1915 y 1916, no obstante, no lo consiguieron: los soldados volvieron a llevar a cabo armisticios informales acordando los bombardeos en áreas concretas y momentos determinados donde no provocasen bajas enemigas, y muchos de ellos volvieron a salir de sus trincheras para saludar y ofrecer respeto a sus enemigos.

Relay: morteros y telégrafos bajo una Navidad en guerra

Son momentos de la historia tan inverosímiles, tan de drama televisivo mal asesorado, que vale la pena revisar cada matiz y cada detalle sobre aquellos días en que las emociones pasaron por encima del supuesto deber y las personas importaron, por una vez, más que los intereses políticos. Es la excepción que confirma la regla de una brutalidad descarnada de la guerra, una carnicería que marcaría el devenir de un siglo XX especialmente violento. Pero es también la meta, la balsa de aceite que nos espera al final de un juego en el que vivimos el conflicto desde una posición muy poco habitual: en Relay somos el técnico del telégrafo.

Nuestro trabajo es enviar mensajes desde la primera línea de batalla para que nos abastezcan de comida, recursos y tropas, además de informar con frases breves sobre la situación en el frente. La gracia está en que debemos hacerlo en código Morse, con una tabla de códigos y una matriz de control de dos botones que nos permite ir deletreando cada nota que el juego nos enuncia.

Por un lado Relay ofrece una mecánica exigente, porque estamos cronometrados y si no logramos enviar los mensajes a tiempo, los soldados muertos ese mismo día se señalan como parte de nuestra responsabilidad. Es difícil acostumbrarse a encontrar rápido cada carácter y transferirlo al sistema de pitidos, pero al mismo tiempo el juego se muestra comprensivo e indulgente: cuando erramos una letra (ya sea por no acertar con los tiempos como por no haber transmitido la secuencia correcta), Relay nos permite repetirla sin tener que volver a empezar la frase. En circunstancias reales, el receptor de los mensajes acabaría enfrentándose a una pesadilla de letras y números sin sentido.

Relay: morteros y telégrafos bajo una Navidad en guerra

Lo que podría ser un simple simulador casual de comunicación en Morse cobra una dimensión más profunda gracias al contexto. No solo se trata de las vidas de miles de jóvenes arrojadas a una trituradora absurda (la Primera Guerra Mundial fue especialmente profusa en adolescentes que se alistaron por presión social o familiar sin tener ni idea de dónde se estaban metiendo), sino también de las fechas: desde el principio del juego suena de fondo la nada casual melodía del villancico Noche de Paz. Conociendo los hechos tras la Tregua de Navidad de 1914, Relay nos está diciendo algo muy claro: haz que esos chavales a los que oyes agonizar entre el estallido de morteros lleguen al menos a Navidad.

El día en que hablé de This War of Mine señalé la importancia de retratar la guerra desde perspectivas más variadas y ricas que la del soldado profesional armado y listo para la aniquilación del maligno enemigo. Aquel juego de 11 Bit Studio, o el anterior Valiant Hearts de Ubisoft, nos demuestran, al igual que Relay, que no solo es posible retratar los horrores de la guerra desde ángulos más sensibles, sino que ese es el deber mismo de cualquier medio que pretenda parecer maduro.

Relay es obra de Jon Reid para el Ludum Dare 34 y se puede jugar gratis en itch.io.

Redactor
  1. Majin

    El juego me importa poquito, pero me apunto el libro, que Matadero cinco me gustó bastante

  2. KilgoreT

    Referenciar uno de mis libros favoritos en un artículo, es que lloro. Sois maravillosos.

    @procuñaismo apúntese también Dios le bendiga Mr Rosewater.

  3. kei

    Brutal el jueguito.

  4. juandejunio

    Parece que acá todos entramos por el libro. Voy a leer algo deste señor Vonnegut, nunca le había dedicado tiempo pero ahora si que si.

  5. Hermes_83

    @pinjed

    Ojo con el lapsus que has puesto que la tregua de navidad fue en la Segunda Guerra Mundial en vez de en la primera xd en cualquier caso, me ha encantado. Le echaré un ojo al susodicho a ver.

  6. pinjed

    @hermes_83

    ¡Ay, gracias!

  7. Osuka

    Un artículo de Pinjed que empieza haciendo referencia a Kurt Vonnegut. My body is ready! Primera guerra mundial, navidad… Muy bien traido todo 🙂

    Estos dias le buscaré un hueco entre matanza y matanza al Nuclear Throne (se acepta ya NT?). No lo mencionas, pero me ha recordado mucho al Papers Please, no?

  8. marearp

    He probado el juego este y la idea mola pero la cosa esta de que se usen dos teclas en vez de una sola me molesta más que me ayuda. De no ser por eso… ideaca.

  9. Osuka

    Ya lo he jugado; son 10 minutillos, una felicitación navideña junto con una pequeña reflexión sobre la guerra, muy bien por ahí. Pero como dice @marearp, no habría estado mal que hubiesen implementado las dos opciones.

  10. Diegodc

    Me estaba gustando tanto el texto que me ha sabido a poco cuando has introducido el juego.

    ¿El juego dura mucho o es de una tarde?

  11. Osuka

    @diegodcsantos
    Le puedes dedicar 10min. Pero es gratis!

  12. Diegodc

    @mordroc
    Gracias, apuntado.
    A ver si en un dia de estos de procastinacion post-trabajo.

  13. El Jugador Medio

    Después de llevar un rato leyendo, caigo en la cuenta que no habías mencionado juego ninguno… y que me daba igual, estaba encantado con lo que leía.