Por: Xavi Robles Ya sabréis que Arnold Schwarzenegger (o Arnol Sebernache, como lo llama mi abuelo) es tan de derechas que solamente tiene activo el hemisferio izquierdo del cerebro. Las personas de derechas se caracterizan, entre otras cosas, por ser tremendamente reaccionarias. Les asusta lo nuevo. Les asustaron los kiwis cuando se empezaron a importar. Creen que Hyundai es una invocación satánica. Maldijeron la democracia (ai, no, ellos adoran la democracia). La putada es que los videojuegos como fenómeno de masas es algo nuevo. ¿Entonces qué hacen? Prohibir cosas. Si no les gustas, te prohiben. Te banean. Y ya la has jodido.
En fin, que Sebernache impulsó una ley para proteger a los niños de los videojuegos: «como del alcohol, el tabaco o la pornografía», dijo. Le faltó añadir «y Junior«. La novedad es que el respetable juez Ronald Whyte ha frenado la ley porque dice que no se ha demostrado ninguna relación entre los videojuegos y las conductas violentas, por lo que «sería un atropello a la primera enmienda». Jódete, Sebernache.
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Y la pena de muerte.
Ahí se pudra el imbécil del «Chuachi». Los libros escritos por ‘Tookie’ Williams protegerán a más niños de la violencia que las estupidas leyes del pseudo-gobernador, que consintió el asesinato de quien habían propuesto para Nobel de la Paz.
El sistema judicial americano, salvo por la pena de muerte, se sale. Si aquí a un político le saliera de los cojones hacer pasar una ley semejante, lo haría sí, o sí, vamos, tu no ves aquí a un político siendo frenado por un juez ni de coña. Así que mis megakudos al juez en cuestión y un abucheo a chuache. Siempre me gustaron más las pelis de Stallone (bueno, en realidad no, pero da igual lo que me gusten: chuache sigue sigue siendo un retrógrado).
Hey, Corcuera dijo que dimitiría si declaraban su ley anticonstitucional, la declararon, dimitió y no hay patada en la puerta.
Al menos hasta que con la excusa del terrorismo se generalice el absolutismo Bushiano. Por cierto, qué alegría me dió cuando ví que Blair lo intentó y no pasaron por el aro ni los de su partido.