
En 1982
El rey de la comedia relataba la historia de Rupert Pipkin, un mediocre aspirante a monologuista encarnado por Robert de Niro que se obsesionaba con su ídolo, el famoso cómico Jerry Langford interpretado por Jerry Lewis, y llegaba al extremo de espiarle, acosarle, colarse en su casa de veraneo e incluso planear un secuestro con tal de tener una oportunidad, una sola, de recitar en su programa televisivo el guion que llevaba años puliendo y repitiendo ante un público imaginario. A solas, en su habitación en casa de su madre, rodeado de figuras a escala real de estrellas de la comedia recortadas en cartón, Rupert mantenía conversaciones improbables con los famosos y podíamos oír las risas enlatadas que salían de su cabeza tras cada chiste. De fondo, su madre le pedía que no gritase tanto y que bajase a comer. Rupert esquivaba su propio patetismo, ignoraba cómo la secretaria de Langford le daba largas con toda claridad y hasta negaba haber sido expulsado a patadas de las oficinas de su ídolo: «No me han echado, solo me han invitado a salir».
El rey de la comedia es un drama sobre el mundo de los cómicos, sobre la voluntad de un hombre por encima de su talento y de su cordura, y lo duro que es intentar vivir de contar cosas graciosas encima de un escenario.
Comedy Quest, un juego gratuito desarrollado por el humorista australiano
Trav Nash, trata de meternos en esas primeras fases de la carrera del monologuista, esas noches de micro abierto en sórdidos
pubs neoyorkinos llenos de borrachos dormidos sobre su mesa y travestis demacrados, donde los focos zumban demasiado y los
gintonics saben a fracaso.
Tareas como presionar a nuestros conocidos para que vengan a vernos al antro de mala muerte donde tenemos un bolo; elegir chistes a cada cual peor entre opciones como «chiste apuntado», «chiste sobre ser padre» y «¿os habéis fijado alguna vez en…?»; repartir
flyers en la calle sobre nuestro propio espectáculo; intentar caerle bien al resto de cómicos; pedirle dinero a nuestros padres cuando fallamos.

Comedy Quest evoca la cara más deprimente del oficio con pixel art de baja estofa, muy similar en estética al aspecto del primer Leisure Suit Larry, del mismo modo que los mejores cómicos de Norteamérica viven en una eterna
bajona, sobre todo cuando tratan de retratar el propio devenir del humorista en la realidad cotidiana (
Seinfeld es la excepción, como dicen en
Splitsider, seguramente porque no trata sobre la vida de un cómico fuera de los escenarios sino de una serie de personajes de los cuales uno sucede que, eso es todo, trabaja como cómico), cuando el humor se convierte en obligación y deja de ser algo natural. Cinismo y misantropía como respuesta universal. El juego nos da solo tres bolos para alcanzar el éxito, algo en esencia imposible, porque su objetivo no es ilustrar la satisfacción de ser un buen cómico, sino todo el proceso lleno de humillaciones, malnutrición y pérdida de la dignidad que requiere encontrar al público ideal en la noche perfecta con las bromas adecuadas; la combinación ganadora para salir de la miseria que, aunque horrible, de algún modo malsano y cínico puede ser también divertida.
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wat
Tal vez quiso decir: «una serie sobre personajes que da la casualidad que uno trabaja como cómico»
Nunca me hubiera imaginado que Robert De Niro hubiera hecho una película así, habrá que buscarla 🙂
@mantra
Corregido. No sé qué ha pasado ahí. Puede que el VIERNES.
Yo no sé el resto, pero a mí me han entrado muchas ganas de jugar y pasarme esto xD
AGS POWA!!! EL NIÑO RATA 2 YA POR FAVOR!!!!
No has entendido nada, está hecho expresamente como metáfora del mundillo de baja estofa al que alude … … … o al menos eso supongo que nos querrán vender los desarrolladores para colarnos tamaña basura gráfica, por muy gratuito que sea.
@mrdanix @majinantonio
yo tambien he entendido esos graficos tan cutreros de esa forma, una forma más de expresar la mediocridad en la que se desarrolla todo