Badlands

Ésta es una carta abierta a los medios generalistas que contiene spoilers de Call of Duty: Modern Warfare 2 —si a estas alturas eso es posible—. Una carta que no debería escribir, porque nadie perteneciente a los mismos la van a leer. Una lectura que para el lector especializado, que es el que afortunadamente tenemos, resultará una verdadera sarta de obviedades. Incluso cualquiera con dos dedos de frente que no sepa ni lo que es un ordenador encontrará este artículo de opinión completamente prescindible debido a la sencillez de sus silogismos. Desgraciadamente, ése no es el caso del mercenario del periodismo. Sólo asumiendo una malicia avara por arañar unas cuantas visitas, unos cientos de espectadores o un puñado de oyentes podría uno considerar la existencia de inteligencia tras las palabras que se vierten continuamente a la gran corriente de opinión. Personalmente considero que el caso más probable sea el que todos tenemos en mente, esto es, que el articulista que ha firmado lindezas como ésta, seguramente tiene algún tipo de tara. Seguramente la verdad sea un término medio entre malicia, ignorancia y la estupidez de la soberbia que le impide a uno informarse un poco antes de hacer su trabajo.

Arcade y arcada (JA JA, qué ocurrente)

Querido becario de los grandes medios, a pesar de que no poseo una copia de Call of Duty: Modern Warfare 2 ((Por razones que ni de lejos comprenderías.)), al no vivir bajo una roca, no he podido dejar de enterarme de la existencia de una fase en el mismo en donde se masacra indiscriminadamente civiles. Con la de minutos que duran las noticias y lo aburridas y manidas que están casi todas las historias, seguro que te pareció brillante rellenar unos minutitos con este tema, porque ¡Oh, Dios mío! se matan civiles en el juego. Un juego de éxito, he de decir. Por lo que a uno no deja de extrañarle que no se mencionara en su momento que en el Black & White se pudiera escoger a un aldeano que hace su vida sin molestar a nadie, quemarlo, electrocutarlo y sí, aún vivo, acabar con su último hálito de vida ahogándolo. Pudiendo arrojar su cadáver al centro de la villa o zarandearlo en el patio de la guardería para espanto de los infantes. Y no sólo eso, sino que serías vastamente recompensado en el juego con una importante cantidad de nuevos creyentes temerosos —en el más amplio sentido de la palabra y con razón— de su dios. Así que, ¿es por eso? ¿Es porque hay tres copias de ese maldito juego en cada hogar? ¿O es por la inocencia que se destruye? Déjame, estimado trabajador a tiempo parcial de la radio, que te ilustre con un ejemplo cómo los grandes medios tenéis un alcance mayor a la hora de llegar a los jóvenes. Quedándome hasta altas horas de la mañana siendo un chaval, en un tiempo más feliz en que esas horas se rellenaban con programación alternativa —normalmente de más calidad que la normal y con unas películas clásicas fantásticas— en vez de timos de la estampita, vi una película llamada Badlands ((Aka Malas Tierras.)). Un filme muy recomendable, por cierto, en el que Martin Sheen y una preciosa Sissy Spacek se dedican a matar gente inocente en mitad de ninguna parte. La película se llevó unas cuantas nominaciones y es un clásico. Oh, avispado amigo chupatintas de periódico, ya sé por dónde me vas a salir. Que no se persigue sólo a los videojuegos, sino que la caza de brujas ya se ha cobrado víctimas en el cine.

Y de repente a nadie se le ocurre qué decir

Pero lo cierto es que quitando ese circo mediático completamente injustificado —y que conste que no me gustan esas películas cutres, pero lo que se le ha hecho a Saw VI no es de recibo—, nos enterramos anualmente en películas gore de serie B o superproducciones donde la violencia más sanguinaria se clasifica para mayores de 13 años, mientras que una teta es para mayores de 18. Sin embargo, en la industria del juego cada título es evaluado por su correspondiente organismo con severa censura hacia la violencia y se indica bien grande en la portada y contraportada. En Europa incluso se indican los motivos por los que se ha llevado esa clasificación. Pero los editores aprietan fuerte, ¿verdad? Y si vas soltando por ahí que un juego para adultos tiene contenido para adultos, el público cambia de canal, de emisora o simplemente pasa la página. Por eso tenemos que vivir esto una y otra vez. No es con cada juego que venda mucho, porque ahí están los Gears of War, donde descuartizas alienígenas humanoides en su propio planeta. Ni es por la brutalidad, porque se pueden encontrar bestialidades más grandes en libros ((Esos grandes revindicados por papanatas donde puedes leer, entre otras tropelías, cómo violan a dos niñas en La Naranja Mecánica.)), películas u otros juegos. Es porque el tema ya está olvidado. Y cuando las blandas mentes del público al que intentáis contentar se aburren de el enésimo crimen morboso, entonces es cuando toca coger un videojuego para adultos y convertirlo en una perversión para niños. Querido editor, ya sé que desde arriba presionan mucho. Esos cabrones repeinados le obligan a tener resultados cíclicamente y para eso usted les canta las cuarenta a sus serviles universitarios en prácticas. Pero me gustaría que se parara un momento a reflexionar. No voy a apelar a su ética periodística, ni nada por el estilo; no soy tan ingenuo. Apelo a la sociedad que están creando. Una sociedad donde para recaudar dinero no puedo circular a más de ochenta en una autovía de seis carriles, pero donde hacer cualquier otra barrabasada no está tan mal visto. Con campañas de concienciación sobre todo lo que uno se pueda imaginar porque ya no quedan tragedias reales para el europeo. No tenemos guerras, no tenemos pobreza y nuestra necesidad de drama y violencia se tienen que satisfacer en los índices de audiencia. Si no hay drama, se sacan los trapos sucios de cualquier personaje a la hora en la que los chiquillos están merendando, y si no participamos en una guerra, pues tiramos de la sección de sucesos hasta institucionalizarla como una lucha particular. ¿Y a mí qué? Pensará usted, más preocupado por lo que el estrés le está acortando la vida que por cualquier otra tragedia que salga en su medio. Pues parece mentira que no lo sepa, pero los bienpensantes son un arma de doble filo, y el día que por poner tanta mierda y tanta sangre se pene con un enorme cartel de +18 antes de cada telediario o en la portada de su agonizante publicación de papel, entonces se va a acordar de cuando en un tono tremendista y falseando los hechos convirtió a un montón de borregos en borregos bienpensantes.