Análisis de Kinect Sports

Los recopilatorios de mini-juegos deportivos se consideran, por alguna razón ((Porque Nintendo se forró lo indecible al hacerlo, concretamente.)), la forma ideal de mostrar las bondades del control gestual. Kinect Sports llega el último, pero eso no debería ser un problema porque uno espera que tecnologías diferentes se presenten con juegos distintos. ¿No? ¡¿NO?! Pues no del todo. Un poco. A ratos. La puntita. El primer título de la nueva Rare tiene demasiado de sus competidores; está tan preocupado por demostrar que puede imitarles que se despista a la hora de ser único, de lucir sus puntos fuertes. Cuatro de los seis deportes que aquí se nos proponen los hemos visto y jugado ya en Sports Champions y/o en alguno de los Wii Sports, de un modo, además, muy similar. No hay grandes diferencias entre el boxeo de Kinect Sports y el del juego que viene pegado a la Wii; ambos son aleatorios y nada agradecidos. Los bolos salen perdiendo por no poder «soltar» un botón del mismo modo que soltarías la bola y puedes dejar la técnica tomando cañas en el chiringuito cuando juegas al volley playa, como con el Move. En el tenis de mesa, el empate es positivo: el revés con efecto y las dejadas, son, como habían sido para el resto, el mejor ejemplo de lo fino que puede llegar a hilar la cámara de Microsoft. Si eres un maestro de las palas te fastidiará más de lo normal el lag —una vez más, evidente pero no alarmante—, pero imagino que si eres tan bueno tendrás una mesa para jugar de verdad. Sigue con eso. Pero basar una crítica en la comparación es injusto. No pretendo eso. Además, las propuestas equivalentes de Nintendo y Sony no me parecen ninguna maravilla y creo que Kinect Sports se las apaña para ofrecer la misma diversión plana e instantánea, en compañía y en dosis moderadas, a pesar de partir de un planteamiento erróneo, de no comprender la filosofía. Y ahí quería llegar. La obsesión por la copia le juega una doble mala pasada a Rare, que falla a la hora de elegir deportes adecuados para Kinect. Peor que lo comentado arriba es cuando, libres de ataduras, caen en el mismo error con el fútbol. Sin poder desplazarnos por el campo, los partidos son una serie de duelos ortopédicos y muy limitados: o pasar en unas pocas direcciones o chufar, en ataque, o interceptar o parar con el portero, en defensa. Que la interpretación de nuestros movimientos sea más o menos correcta es, una vez más, lo de menos. Por suerte, alguien pensó en el atletismo. Ahora sí, joder. Diseño y tecnología por fin de la mano. Lo más simple de todo el paquete, los malditos 100 metros lisos, funcionan mejor que todo lo anterior; al correr no interacciones con nada y por eso hay un mejor entendimiento entre lo que sucede dentro y fuera de la pantalla. Y lo de poder tirar el cuerpo hacia adelante y estirar los brazos antes de cruzar la meta es tan satisfactorio que me da igual tener que levantar las rodillas de forma exagerada para ir más rápido. El lanzamiento de jabalina y salto de longitud están incluso mejor. Así, Kinect Sports está muy cerca de brillar cuando hace de Track & Field o Athlete Kings gestual; solo el flojo lanzamiento de disco —queda realmente soso sin dar vueltas al principio; supongo que se eliminaron por los aparentes problemas de Kinect a la hora de detectar los giros sobre uno mismo— y lo extraño que resulta tener que saltar las vallas con tanta antelación, se lo impiden. Lástima que esto no sea más que una pequeña parte de un juego que fuera de las pistas cumple y ya. Dignos de mención, por mucho que ocupen un segundo plano, son los vistosos y coloridos gráficos, por una parte, y los tediosos y excesivos menús y tutoriales, por otra. Esto último se nota menos en el entretenido modo Campeonato; varios jugadores con disfraces —aquí un fan del robot de cartón— en lugar de avatares y pruebas cortas, más rápidas y picadas que a veces te obligan, por ejemplo, a lanzar lo que toque con la mano izquierda. Las ganas de saltar las pantallas de recuento de puntos y las presentaciones se traducen en nuestras oficinas en palmadas y gritos de ánimo al periférico, pero nada; afortunadamente, MC Hammer y su U Can’t Touch This amenizan algunos de estos intermedios. Kinect Sports es una extraña mezcla de buenas y malas ideas. No falla estrepitosamente como otros, pero necesita más originalidad, personalidad y valentía. Lo hace muy bien cuando mira y entiende su hardware, pero pierde demasiado tiempo e invierte demasiados recursos fijándose en otro software. Entretiene y demuestra que Kinect funciona a pesar de sus problemillas, pero de Rare se espera que lidere mejor un catálogo inicial y abandere de forma más inteligente una tecnología. [6]