Forza es un valor seguro. Titular de 2013: «Forza 5 gana el E3 con el primer juego realmente next-gen». En ese momento nos referíamos a Xbox One; cuatro años y dos Forzas después, en 2017, parece un déjà vu hablar de otro E3 ganado por un juego que se presenta como demostración de lo que puede hacer otra Xbox One, esta vez la X. Es el juego más espectacular de los que he podido ver en estos días, sin duda; porque lo es, para empezar, pero también porque es mucho más concreto y creíble que otros que tampoco se quedan cortos de músculo, como Metro Exodus o Anthem (más o menos increíbles, en el sentido de que no me los creo).
Superados los Drivatars (que en 2013 se presentaban como un gran lujo llamado a cambiar la manera en que jugábamos; hoy resultaría inaceptable no contar con esta funcionalidad, ya casi invisible), ahora tocan otras novedades menos vistosas. «Como veis están sonando los Rolling Stones», nos contaba Bill Giese, director creativo de Turn 10, en la presentación a puerta cerrada de Forza 7 que se realizó en el espacio de la feria dedicado a Xbox. Sonaban a lo lejos, saliendo por los altavoces del garaje virtual en el que se mostraba el menú principal del juego; a medida que la cámara se movía mientras Scott Lee, director de arte, iba de una pantalla a otra, el «sonido espacial 3D» de Xbox One X hacía de las suyas, replicando la forma en que la música rebotaría en las paredes y llegaría a tus oídos en un garaje real.
Es el tipo de novedad que uno posiblemente no sabría detectar si no se lo dice Giese, si no se comenta de manera explícita como novedad del juego. «No quería centrarme en los gráficos en este E3, por mucho que sea lo más tangible con que podemos empezar a valorar los juegos con que estrenaremos nuestras nuevas consolas», escribía en 2013. La presentación de Forza 7 obliga a hablar de gráficos: no solo es el juego que está usando Microsoft para demostrar las bondades de la resolución 4K a 60 imágenes por segundo (un rendimiento que de momento no es común en ningún lugar, sea consola o sea ordenador; culpa suya por meternos en la cabeza la idea de que el 4K60 es algo a lo que aspirar a corto plazo, pero lo mismo va tocando, visto lo visto, sacarnos esa idea de la cabeza) sino que salta a la vista que lo que ha creado Turn 10 es, como es habitual en la serie, digno de ser admirado. Es un juego didáctico en el sentido de que te enseña las virtudes del 4K; concreta mejor que ningún otro juego el significado de esos números que de otra forma no dicen tanto. El lujo de las distintas texturas que se ven en el salpicadero del coche, en los asientos, en el capó; las tremendas promesas del clima dinámico, que hace, explica Giese, que la carretera nunca sea igual por muchas veces que pases por ella; lo fascinante y valioso de algo tan tonto como que las gotas de lluvia resbalen de tal o cual forma por la luna frontal o por el cristal de la cámara.
Voy a permitirme caer en la trampa de escribir (otra vez) que me resulta imposible pensar en un Forza más realista, más creíble, más rotundo; uno que convierta el movimiento de las nubes o el reflejo de los rayos del sol en un espejo en algo espectacular y que quieres contemplar una y otra vez. Microsoft le debe mucho a Turn 10. En la web de Xbox One X se leen cosas como: «Desata los 6 teraflops de capacidad de procesamiento gráfico, que hace que los juegos se desempeñen mejor que nunca»; o: «Visualiza cada uno de los cuadros gracias al ancho de banda de memoria de 326 GB/s»; o: «Maximiza el rendimiento de los juegos con la velocidad de 12 GB de memoria gráfica GDDR5». No sé muy bien qué significa todo eso. Son unas cifras y unos eslóganes que chocan con los 30fps de Crackdown 3 o el 4K dinámico de Assassin's Creed Origins. Son cifras y eslóganes que requieren asteriscos: «Es posible que una pequeña cantidad de juegos existentes no logren aplicar las mejoras de rendimiento», se lee en una nota al pie de una frase sobre todos esos juegos de la One normal que «se ven bien, funcionan sin problemas y se cargan rápido en Xbox One X». Creo que Pep comentaba otro asterisco más o menos tonto en lo que escribió sobre Star Wars: Battlefront II. Forza Motorsport 7 no necesita asteriscos (al menos los dos primeros meses; le preguntamos a Giese si el juego tendría micropagos y contestó con un no claro y directo, como pasó con el 6… los dos primeros meses) y por eso no me parece raro que confíen tanto en él para presentar esta consola que desafía al concepto mismo de generación, la más potente jamás creada, dicen, hasta que venga la siguiente, que será más potente todavía. Entonces habrá otro Forza con el que sacar pecho.
Lo que quiero decir es que Microsoft se apoya mucho en Forza Motorsport como demostración de músculo y expositor de las nuevas tecnologías por las que apuesta con cada máquina; me parece bien, pero quizá también limita un poco el alcance del propio juego, más o menos forzado a dejar de ser un simulador de conducción medio de nicho para convertirse, graficotes mediante, en un candidato a superventas del año; en el juego que muestre el nivel aproximado que deberían tener el resto del juegos para estar a la altura de lo que se espera de su generación. Es un nivel al que es difícil llegar, como demuestra el hecho de que no llegue casi nadie, ni en Xbox ni en ningún sitio. No me voy a quejar: no soy tan cínico como para no poder simplemente disfrutar del espectáculo que Turn 10 tiene preparado, una forma ideal de estrenar Xbox One X, tele 4K o lo que se tercie. Lo que quiero decir, insisto, es que en Forza Motorsport 7 va a recaer una responsabilidad que no es la suya, o que no es la suya solamente; solo espero que la historia no se repita y no tengamos que esperar a Forza 8 para disfrutar del juego por lo que es, y no por lo que abandera o por las esperanzas que representa o por el papel que le ha tocado interpretar.