En las montañas de la locura

Análisis de Kholat

Análisis de Kholat

El 27 de enero de 1959 diez senderistas estudiantes de la Universidad Federal de los Urales iniciaban una marcha en dirección al monte Otorten, una ruta de dificultad Categoría III (la máxima) en aquella época del año. Un día después, uno de ellos enfermaba y decidía volverse a casa; los otros nueve siguieron su camino.

Cuatro semanas más tarde, un equipo de rescate encontraba los cadáveres de los nueve estudiantes. Al parecer habían acampado en un paso de montaña a 10 kilómetros de su destino, en el atardecer del día 2 de febrero, pero aquella misma medianoche alguna amenaza sin determinar les hizo salir corriendo de sus tiendas y huir hacia el bosque descalzos y vistiendo solo su ropa de cama. Estaban a 30 grados bajo cero.

Los informes del rescate hablaban de seis fallecidos por hipotermia y tres por lesiones fatales, dos de ellos con fracturas severas en el cráneo y otro con varias costillas rotas, pero ninguno de ellos tenía heridas externas relacionadas con golpes o signos de lucha. Los forenses soviéticos hablaron de algún tipo de presión extrema aplicada a sus cuerpos y de que su muerte se había producido solamente seis horas después de su última ración de comida. A uno de los fallecidos le faltaba la lengua, los ojos y parte de los labios, los nueve tenían un extraño tono de piel anaranjado y se detectaron altos niveles de radiación en la ropa de algunos de ellos.

El ejército ruso decretó que la muerte de los nueve estudiantes había sido causada por «una imperiosa fuerza natural» y la investigación se suspendió tres meses después. El dossier completo del caso se mantuvo en secreto hasta la década de los noventa, y antes de ser publicado algunas partes de los informes fueron destruidas sin que se sepa el motivo.

La tragedia recibió el nombre de el Incidente del Paso Dyatlov, en referencia a Igor Alekseievich Dyatlov, el líder del grupo de montañistas. La zona en la que murieron se llama Kholat Syakhl: “la montaña de los muertos”.

A lo largo de los años el caso de los nueve estudiantes rusos ha sido un caldo de cultivo para teorías de todos los colores y sabores, desde un ataque del Yeti o de alguna especie nativa humanoide hasta algo así como el Area 51 de los soviéticos o una zona de experimentación con armamento químico que el ejército decidió seguir manteniendo en secreto silenciando a los montañistas. La bibliografía es extensísima (y en algunos casos apasionante; por ejemplo, Dead Mountain, de Donnie Eichar, que analiza cada detalle conocido y hace hincapié en una teoría fascinante relacionada con una anomalía de infrasonidos) y las películas también han chapoteado un poco en la leyenda (la más famosa, un discreto relato de terror en formato found footage dirigido por Renny Harlin en 2013 y titulado Devil’s Pass), pero nos faltaba un representante de nuestro medio que diese su visión de este suceso. Y a eso, precisamente, viene Kholat.

Al contrario que sus parientes literarios y cinematográficos, Kholat no enfoca el famoso incidente desde la investigación concienzuda frente a una pared llena de recortes y cincuenta carpetas de fotos e informes, ni tampoco es un tren de la bruja tratando de converger con calzador El Proyecto de la Bruja de Blair con The Descent y añadirle unos cubos de nieve falsa. La determinación de IMGN.PRO es darle un barniz onírico, incluso artístico por momentos, a un entorno que es sin duda el auténtico protagonista de la historia. Un terror ambiental de primer nivel técnico (el juego corre sobre Unreal Engine 4 y el resultado visualmente es mucho más que notable) donde la importancia de la narración a cargo del actor Sean Bean sirve para establecer el tono y el resto de sutiles fuegos de artificio a nuestro paso terminan de sumergirnos en los secretos de algo terrible que sucedió hace muchos años y de lo que solo sabemos, da la sensación, la parte más fácil de soportar.

Kholat nos propone un mapeado extenso por el que perdernos (literalmente, en varias ocasiones) y en el que debemos dar con los nueves puntos marcados con ayuda de una brújula para ir desentrañando la historia, pero donde también se han ocupado de ir dejando otras notas y objetos que aportan detalles complementarios a un relato que se sabe inquietante. Una presencia etérea y anaranjada nos persigue y activa eventos preprogramados que nos obligan a escondernos donde podamos o directamente huir por nuestra vida, algo así como un Slender Man algo rebajado de tono y de apariciones, pero pocas veces da la sensación de que se trate de algo parecido a un survival horror. Es más bien un recorrido centrado en lo narrativo que utiliza recursos típicos del videojuego de terror para introducir un extra de tensión y de sensación de amenaza, algo que quizá juega en su contra. Habría hecho mejor Kholat en fijarse más en The Vanishing of Ethan Carter que en los Amnesia, porque una vez despachada la experiencia, la sensación de un juego algo desequilibrado en su propuesta que hace cosas espléndidas y otras las deja a medias. A veces lo ambicioso del desarrollo no es tanto abrir varios frentes como saber cerrarlos después.

La premisa de Kholat sigue siendo muy poderosa y extrañamente poco habitual en nuestro medio. Los juegos basados (o inspirados) en hechos reales parecen un terreno todavía por explorar en el que los estudios deben atreverse a experimentar. Con esta manera de asomarse a la tragedia del Paso Dyatlov, Kholat acierta en mojarse solo hasta las rodillas, aportando una visión creativa muy personal a un relato que tenía muchas posibilidades de caer en el ridículo, y quizá lo más inteligente haya sido no echar mano de los sustos baratos que habrían resquebrajado un poco su ambientación compacta y bien diseñada.

Cuando uno va de acampada y alguien cuenta una historia de miedo supuestamente real alrededor de una hoguera, a menudo otro se encarga de sacar una máscara o pegar un grito que sobresalte al resto, todavía inmerso en el inquietante relato. Es una broma clásica, pero también un mecanismo para liberar la tensión, para poner fin a un momento de desasosiego y cerrar el bucle emocional. Cuando eso no sucede, cuando a nadie se le ocurre gritar o saltar de su asiento con una careta de Freddy Krueger, los demás apagan el fuego y se van a su saco de dormir con la cabeza aún dándole vueltas al cuento. La tensión no se libera, la válvula sigue cerrada y ahí, en la oscuridad rodeados de cosas que reptan en la noche y ramas que chocan entre sí, con la imaginación a flor de piel y los ojos inquietos buscando sin querer algo que dé sentido a su miedo, es donde tiene lugar el auténtico terror. Ahí es adónde Kholat nos quiere llevar. [7]

Redactor
  1. Coconuten

    Cada vez que pienso en lo que le pasó a esta gente más me parece que se encontraron un Jumanji temática Lovecraft en medio de la nieve y decidieron probarlo esa noche.

  2. DarkCoolEdge

    @pinjed
    Solo tengo una duda de cara a si lo compro o no, ¿es tipo Dear Esther (me aburrió mucho) o tiene algo más de chicha? Gracias

  3. pinjed

    @darkcooledge

    Es menos contemplativo, tienes que explorar activamente y puedes morir varias veces.

  4. Gegr is Win

    En serio Fran ¿qué tomas antes de escribir? No es ni medio normal que todo lo que escribas sea tan bueno.

  5. Ryszard

    Gran texto Fran.

    La verdad es que sólo la premisa, me tienta. Todos estos hechos inexplicables me gustan, me atraen y me dan cierto respeto, sobre todo. Aunque supongo que es algo que produce a todo el mundo estos «misterios del universo».

  6. Jack Wade

    Fran, otro excelente análisis. En tu línea habitual.

  7. Happy Cat

    @pinjed
    ¿Muere el Narrador?

  8. pinjed

    @link0
    EVIDENTEMENTE.

  9. Ronie

    En pleno auge de Youtube y sus Let’s Play nosotros tenemos a Fran y sus análisis. FUCK YOUtube.

  10. Gerir

    Excelente artículo, pero es que el último párrafo ya es para enmarcar.

  11. ouija_6

    Odio escribir para no decir nada nuevo, pero el último párrafo del análisis de verdad que es buenísimo. Soy guionista y director de cortos, especialmente de terror, y textos como este ayudan a sobrepasar ciertos bloqueos.

  12. Rocks

    Suscribo el aplauso a ese último párrafo. Genial :bravo: