«Vaya pedazo de E3». Ésa ha sido la frase del momento. Se ha dicho en mails, en el Messenger, en los bares cara a cara con los amigos, y lo digo yo también en este artículo: vaya trozo, de pedazo, de cacho de E3. Si tuviera que resumirlo en una frase, sería ésa. Y yo que me alegro. Como ya dije en su momento, este E3 era un E3 de make it or break it que dicen los yanquis. Es decir, que de salir bien, sobreviviría y prosperaría; pero que de haber salido mal, era muy posible que fuera la puntilla para una feria que había alcanzado proporciones casi míticas en el imaginario videojueguil. Tras dos ediciones lamentables en las que no hubo ni novedades, ni expectativas y ni siquiera público (se restringió de manera draconiana el acceso al recinto a los no periodistas), el E3 parecía abocado a extinguirse salvo milagro in extremis. Y el milagro llegó.
Porque, sincerémonos, un E3 como éste era, simplemente, necesario. Lo necesitaba la industria, porque era uno de esos pocos eventos que atraían la atención de la prensa generalista, a la que difícilmente puedo imaginar cubriendo un Ubisoft Days. Lo necesitaban los aficionados, porque era nuestra versión de las navidades o la Super Bowl, único momento en el que los jugadores ocasionales o no tan járcor se enteraban de las novedades y se les generaba hype. Y lo necesitábamos los propios periodistas, sobre todos los de páginas pequeñas, ante la imposibilidad de cubrir multitud de pequeños eventos celebrados en cien lugares distintos y porque, qué demonios, siempre mola que se te caiga la página por exceso de visitas. Y es que estamos ante uno de esos raros E3 de los que todo el mundo sale satisfecho, un E3 para recordar. Podría intentar entrar en competiciones de medición de pene para fanboys sobre quién ha ganado o perdido esta edición del evento, pero no lo haré. Creo que simplemente diré que hemos ganado los jugadores. La cantidad de títulos presentados no sólo durante la feria, sino antes de ella, la calidad de dichos juegos, la incorporación de Microsoft y Sony a la nueva carrera armamentística iniciada por Nintendo en busca del control perfecto, las sorpresas, tanto en forma de megatones como la exclusividad de FFXIV o Mario Galaxy 2, como en las pequeñas y adorables dosis de Scribblenauts o Gravity Madness
hay tantas cosas que uno no sabe con qué quedarse. Así que simplemente me quedaré con la siguiente impresión: que esta generación parece estar poniéndose por fin al nivel de la anterior. Que se nota que se han abaratado por fin las herramientas de desarrollo y que el mercado ha alcanzado su madurez, logrando alejarnos del esquema cargante de el blockbuster del mes para volver al flujo constante de buenos juegos en forma de pequeñas, medianas y grandes producciones que caracterizó al reinado de la PlayStation 2.
Y que no contentos con esto, parece que por fin las compañías han vuelto a encontrarse a sí mismas, por así decirlo. Sony, aún con su vara ultrasónica, ha demostrado que sabe mimar su producción first party; que el Team Ico se hace esperar pero no desespera y que eso de las exclusivas sigue siendo algo importante. Microsoft ha demostrado un equilibrio zen entre lo casual y los hardcore del que Nintendo debería tomar nota, amén de conseguir por primera vez en toda su historia guardar un secreto. Y Nintendo va cambiando en la buena dirección, aunque como todo lo que hace la Gran N, lo haga de manera cautelosa y lenta. Así que ¡Celebrémoslo! Que este E3 no ha dejado en la estacada a ningún tipo de jugador. Los amantes de la experimentación hemos levitado con cosas como Project Natal o Scribblenauts, los que gustan de grandes producciones habrán disfrutado de lo lindo con Uncharted 2 o Halo ODST, aquellos que buscaban juegos indies o simplemente algo más alejados de la fanfarria habrá gozado con The Last Guardian, quienes prefieran juegos de mecánica clásica habrán asistido satisfechos a la presentación de Golden Sun DS o Shadow Complex, y qué demonios, incluso el yayo tiene su Wii Vitality Sensor. El E3 sobrevive, los juegazos vuelven a salir al ritmo que les correspondía, y el universo sigue en paz. Que viva el novedosamente viejo E3.


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Si, el E3 se ha salvado de sí mismo. Ahora tendremos feria para un par de años más.
Nada como un titán Imperator para… digo… sí, gran E3.
Esperemos que el del año que viene sea al menos como éste.
¿Harle? ¿El troll? WTF???