Todos a bordo del tren

Los anuncios son el castigo de The Internet Express

Los anuncios son el castigo de The Internet Express

Internet es un lugar, dicen, donde el ser humano puede intercambiar información de manera libre; una suerte de súper biblioteca digital gracias a la cual mujeres y hombres de todo el mundo pueden absorber conocimientos que, antes, estaban trágicamente ligados a recursos materiales de difícil transporte y almacenamiento. Es un propósito hermoso. Mi día a día en internet consiste en ver anuncios; algunos los comento aquí, pero otros los disfruto de manera privada. Se ha escrito mucho sobre este asunto; se supone que la autopista de la información existe para llevar el conocimiento de un punto del mundo a otro a gran velocidad, pero a veces da la sensación de que lo importante son los carteles que hay a los lados.

El artista sueco Jonas Lund identifica todos estos peligros y los transforma en una autopista literal en la que nuestro ratón debe evitar chocarse con compañías de internet (Amazon, Google, Twitter, Facebook) para evitar ser castigado por los anuncios que dificultan la visión en esta deprimente carrera por el ciberespacio.

The Internet Express (no sé si es este el nombre de la pieza; la URL sí es theinternet.express) es un jueguecito muy poderoso. Enfrenta de manera muy inteligente un entorno que debe ser legible, como es un circuito virtual en el que un jugador debe esquivar obstáculos, con una serie de molestias que lo hacen intransitable; la autopista por la que nuestro cursor avanza acaba enterrada por la publicidad, un crecimiento exponencial (cuantos más anuncios en pantalla hay, más fácil es chocar contra otro icono y abrir un nuevo banner) que se puede frenar cerrando popups, aunque, ¿no habíamos venido a internet a otra cosa?

Los anuncios son el castigo de The Internet Express

Es un trabajo ácido que explora de una manera bastante neutra el efecto de la publicidad sobre la experiencia online. Estos anuncios simplemente ensucian la autopista de la información; no se habla de sus algoritmos ni de cookies ni de las consideraciones éticas de ciertos tipos de publicidad en internet, sino que simplemente se presenta una imagen clara de cómo afectan al tránsito y la legibilidad de esas carreteras digitales por las que se mueve el conocimiento. ¿Qué conocimiento? Aparentemente, ninguno: el internet de Lund sólo es, en el fondo, un campo de minas. Tú nunca llegas a ningún sitio; Amazon, Google o Twitter (o el propio Lund, si es que los anuncios reales que saltan le reportan beneficios) necesitan que te choques para justificar su existencia.

Otros trabajos de Lund han cuestionado la manera en que internet afecta a nuestra experiencia vital. Fair Warning, por ejemplo, es una pieza en la que se explora y pone a prueba el eterno cara a cara al que nos fuerza internet: Los Simpson versus South Park, Warhol versus Hirst, fronteras abiertas versus cerradas, Fox News versus CNN. Jugando con las decisiones binarias y los lugares comunes de los tests y quizzes, revitalizados por Buzzfeed y similares, Lund desafía la necesidad contemporánea de tener una respuesta para todo; de categorizar, clasificar y recolectar datos, un comportamiento de máquina que se confunde con el nuestro, ahora que todos tenemos otros cerebros-máquina en el trabajo, en el salón o en el bolsillo.

The Internet Express se puede jugar desde el navegador, usando WASD en un teclado o inclinando el móvil hacia los lados para girar y esquivar a esos demonios corporativos.

  1. MMusashi

    Interesante, muy interesante…

  2. Minsc

    La publi en internet son como las ladillas. O eso me han contado…