Nunca he jugado a un juego de Platinum. Y nunca pensé que diría que, efectivamente, tengo ganas de jugar a Bayonetta. Y a Bayonetta 2. Y a Wonderful 101. Incluso a Metal Gear Rising.
Como soy un ser despreciable que no ha probado las dulces mieles del equipo de Kamiya, no sé exactamente qué es el sello Platinum. Pero tengo una idea muy formada, una idea que me atrae y que deja al resto de videojuegos a la altura del betún.
Mucho se ha hablado de la dificultad de los jueguicos, ¿son más fáciles que antes? ¿más difíciles? ¿ha retrocedido el homo sapiens a antes del homo habilis? ¿No era ya obvio que Fernando Tejero era gay en Aquí no hay quien viva? Pero a mí hay una cuestión subyacente que me preocupa mucho más: el contenido de los videojuegos.
Hoy día, con la cantidad de títulos/consolas que hay en el mercado, el tiempo dedicado a cada videojuego es ínfimo. Coges el shooter de turno, te lo pasas (lo consumes) en 6 horas, después pasas a ese plataformas que dura 4 horas para terminar la semana con ese juego de terror que dura 2. Y ya está, los guardas en la estantería, los vendes, los quemas o haces un ritual pagano pero a esos juegos ya no se vuelve.
Pero es que nada te incita a volver. Si tienes mucha voluntad puedes volver a jugar a ese shooter para recoger los 458 coleccionables irrelevantes que te quedan por ahí perdidos, pero sabes que te vas a meter en exactamente la MISMA campaña de 6 horas, te van a contar las mismas tonterías, y los enemigos va a estar exactamente en el mismo sitio. Quizá aguanten más balas, pero ya. Puedes intentar hacer lo mismo en ese juego de terror, porque se te olvidaron dos termos de café. Pero entonces, no sólo no te ofrecerá nada más, sino que descubrirás lo malo que es como juego, porque lo único interesante, los sustos, ya sabes dónde están.
Esta larga metáfora que no va dirigida a ningún juego en concreto escenifica perfectamente gran parte del panorama actual. Juegos pensados para consumirse, no para jugarse. Es un matiz muy importante. Es por eso que cada vez me gustan más ciertos juegos pequeños (voy a evitar la palabra indies, porque enseguida le ponen a uno etiquetas) en los que, como antaño, un juego tiene mucho más que rascar. No me refiero a la duración, la duración no importa, me refiero a las capas de profundidad, a una mecánica adictiva, a crear algo que te de ganas de volver a jugar.
Un ejemplo claro, y del que no soy especial seguidor, es Spelunky. Si tienes los santos cojones puedes pasarte el juego en menos de 8 minutos. ¡8 minutos! Pero claro, y obviando el factor clave que es la dificultad en este juego, Spelunky tiene muchísimo más que ofrecer: mundos extra, muchas mecánicas/secretos esparcidos por los nivles, decisiones que condicionan tu partida (mato o no a ese tendero para robar el Jetpack…), etcétera.
Es curioso comprobar que a nivel técnico un indie es mucho más sencillo que un triple A, pero a nivel jugable las tornas se vuelven, y es el juego pequeño el que vapulea al grande en cuanto a mecánicas y profundidad jugable. Y al final nosotros no jugamos con los gráficos, jugamos con las mecánicas.
Hay muchas formas de crear un juego que se pueda exprimir, pero minando todo de coleccionables que no sirven para nada no es el camino. No estoy diciendo que no tenga que haber juegos lineales y muy apoyados en su historia, claro que no, pero creo que la tendencia hoy día es crear títulos consumibles, de fácil entretenimiento. Pero, queridos amigos, entretenimiento no es lo mismo que diversión. La diversión sí implica entretenimiento, pero el entretenimiento no implica diversión; no es una relación bilateral.
Y es aquí donde, Platinum Games, tiene la responsabilidad de mantener viva esa esencia de los videojuegos en los grandes proyectos. Eso es lo que yo creo que es el sello Platinum: esa sensación de que cuando sale la pantalla de crédito sabes que sólo has rascado la primera capa, que aún te queda mucho por jugar, es más, que aún te queda lo mejor por jugar. Ese momento en el que finaliza el juego pero tú sabes que acaba de empezar algo grande. Algo memorable. Algo... divertido.