The Underwood Parable

House of Cards: videojuegos que explican

House of Cards: videojuegos que explican

¡Aviso! Este artículo contiene spoilers sobre House of Cards.

Llevo dos meses devorando compulsivamente cada episodio de las cuatro temporadas de House of Cards, y lo cierto es que me tiene fascinado. Es una serie profundamente cínica, muy elegante en su fotografía pero rebosante de una oscuridad oleosa, maligna, que incomoda y se adhiere al alma quizá porque uno intuye que parte de realidades auténticas. Creo que no es pequeño el mérito de presentarnos a un psicópata manipulador y lograr que, de algún modo que a más de uno le costaría reconocer, nos pongamos de su parte. La mente maestra de Frank Underwood, el político interpretado por Kevin Spacey, mueve hilos estratégicos en su entorno frente al espectador pero también a sus espaldas, y al final uno acaba enganchado a la serie incluso en sus momentos menos brillantes por el mismo razonamiento simple que le haría seguir episodio tras episodio de MacGyver o Vicky el Vikingo: «¿cómo demonios piensa salir de esta?».

Como viene siendo habitual en este tipo de fórmulas, a menudo existe el tropo de la epifanía externa: el protagonista aparca sus problemas durante un rato, pasa tiempo con su familia o amigos, o pasea por algún lugar solitario, o se relaja leyendo o viendo la tele, y una de las aparentes nimiedades que escucha o ve durante esos espacios de asueto le despiertan la chispa , la gran ocurrencia. La inspiración viene siempre de las pequeñas cosas, de una escena ridícula en una comedia mala que están poniendo en la tele o de una frase inocua que un personaje secundario deja caer sin ninguna intención, y es el protagonista quien cambia de contexto la idea y la utiliza como pieza nueva en el engranaje hacia la solución. En la tercera temporada de House of Cards hemos visto a Frank Underwood recorrer ese camino argumental clásico, pero su inspiración, su epifanía espontánea, llegaba a través de un videojuego.

House of Cards: videojuegos que explican

Poner en las manos de un alto cargo de la administración de los Estados Unidos un iPad con Monument Valley funcionando es algo que sorprendió a todos los espectadores que conocemos el juego y el medio en general, pero no es un recurso forzado ni un alienante ejercicio de product placement. La relación de Frank con los videojuegos se remonta a los inicios mismos de la serie, donde podemos ver al congresista jugando a Killzone 3 en el televisor de su casa. El nudo de la corbata aflojado y la postura recostada en el respaldo del sofá apoyan su afirmación de que juega para relajarse, como una forma de evadir la sofocante presión de su día a día laboral. También sirve para echar mano de otro tropo muy cinematográfico: los first person shooters parecen ser los nuevos sacos de boxeo, el resorte narrativo que nos habla de la rabia acumulada de un personaje y de sus métodos para deshacerse de ella con violencia controlada.

Desde el primer día, Frank no duda en romper la cuarta pared y hacer saber a la audiencia de la serie que no tendría reparos en rajarle la garganta a sus adversarios a plena luz del sol si se diesen las circunstancias adecuadas, de modo que la asociación entre el psicópata y el jugador de FPS se produce aquí con cierta sutileza pero la misma sensación de siempre de que el guionista arrastra algunos prejuicios que huelen a cerrado.

En adelante, Underwood se plegará al capricho promocional de Sony jugando al muy apropiado God of War Ascension y, en una pirueta publicitaria un poco chirriante, preguntando a un personaje por la PlayStation Vita de su hijo. «¿Juegas a videojuegos?», le pregunta Frank a su interlocutor. «A mí me ayudan a relajarme», reconoce. Es una forma más de distanciarse de un tipo de entretenimiento que, él lo sabe mejor que nadie, estaría mal visto en alguien de su estatus. Los videojuegos son para él una especie de terapia, algo que hace para escapar de sus problemas, nunca admitirá que le gustan.

Es en la tercera temporada cuando la relación de Frank con los videojuegos evoluciona de golpe, coincidiendo además con un importante ascenso en su escalada hacia el poder. Con un cargo más importante, Underwood sufre también el acoso de mayores responsabilidades, y curiosamente es en esa época de su trayectoria política cuando parece más determinado a fijarse en los detalles, en dejar que los estímulos externos se filtren a su vida política como pequeñas gotas condensadas de útil sabiduría. De las campañas promocionales pasamos a ese episodio que mencionaba antes: Frank jugando a Monument Valley, ya no solo como una válvula de escape, sino como un producto preñado de significado, una obra con valor estético pero también conceptual que le sirve para trazar metáforas que aplicar a su despacho en Washington. Le vemos empujar con los dedos a la princesa que protagoniza el juego a través de las ilusiones ópticas y los castillos engañosos, y el personaje empieza a fabricar una sinapsis que le servirá para tomar una estrategia.

En el mismo episodio, Frank dialoga con un novelista de éxito que —y esto tampoco es baladí en lo que respecta a la visión que House of Cards tiene de nuestro medio— también ejerce de crítico de videojuegos. Un breve extracto de su reseña de Monument Valley para una revista sirve para poner texto y orden a la revelación que el político experimenta tras leer sobre él para después jugarlo: «Prefiero los shoot’em ups, los juegos indie no me interesan mucho; necesito la adrenalina y la acción. Pero tras leer esto, tenía que probarlo». Cuando uno escucha a Underwood hablando sobre juegos indie en el despacho oval, algo se le sacude dentro del pecho. El repulsivo Maquiavelo sin escrúpulos que nos tiene un poco enamorados no solo juega a Monument Valley porque se siente identificado con la princesita que escala castillos, sino que además reconoce haberse dejado convencer por una crítica favorable, una recomendación bien ilustrada, una pequeña pieza literaria que él ve como un arma de tremendo poder si la convierte en lo que él necesita: propaganda.

Pocos episodios después, trabajada un poco más la relación entre Frank y el novelista, los guionistas vuelven a dar una buena bofetada al consumidor avanzado de videojuegos: el protagonista juega en su ordenador portátil a algo que no entiende mientras el escritor observa la partida sobre su hombro, dando sorbos a un vaso de whisky. «¿Es imposible ganar? ¿Qué sentido tiene?», Frank no deja de dar respingos en su asiento, desconcertado. «Ese es el sentido», responde el crítico, «si lo ignoras te devuelve al principio, y si sigues sus instrucciones el caos termina por apoderarse de todo. Es imposible seguir las normas». Underwood cierra el portátil, toma su vaso y subraya el porqué de la escena justo antes de tomar un trago: «Se parece demasiado a mi vida real». Están jugando a The Stanley Parable.

En la cuarta temporada, Frank Underwood se reúne con su rival directo en la carrera electoral. Asfixiados por los compromisos de campaña y los intercambios de puñaladas, ambos se toman un receso en una sala de descanso y aprovechan para llevar el pulso a lo personal, para tomarse la medida de una manera más directa y desenfadada. Complicidad, bromas y conversaciones de ascensor que terminan de apuntalar la sensación de que la rivalidad política también genera odio. En medio de la merienda improvisada, Frank le pregunta al candidato republicano si juega a videojuegos, probablemente con la idea de entablar algo de cháchara vacía, pero su enemigo (para Francis James Underwood cualquiera que se cruce en su camino es un enemigo) no juega. Es otro pequeño choque cultural, otro instante en el que Frank vuelve a atestiguar en primera persona que su posición no se corresponde, en términos de aceptación social, con sus aficiones.

No obstante, el otro candidato sí le enseña a Frank un juego al que, dice, sus hijos están enganchados: Agar.io, el famoso multijugador indie en el que controlamos a una célula que debemos hacer crecer a base de comer alimento y devorar a otros jugadores. No queda del todo claro si el adversario de Frank también juega pero prefiere desmarcarse, sabedor de que mejor será que su rival sepa lo mínimo posible sobre él, o si realmente está siendo sincero. «Puede que lo haya jugado un par de veces, debo admitirlo», deja caer. El caso es que mientras le explica las mecánicas de Agar.io, Underwood no puede evitar ese tipo de observaciones que contextualizan la aparición de estos juegos en la serie: «se parece mucho a intentar llegar a presidente». Muchos comentarios en YouTube y Reddit despotricaron contra esta escena al entenderla como un ejemplo de product placement forzado e incómodo, algo que no solo negaron los autores del juego (que, por cierto, dudo que tuviesen los recursos para pagar un anuncio emplazado a ese nivel), sino que queda justificado dentro de la trama casi como una recapitulación de su vida política. Frank Underwood lleva cuatro temporadas comiéndose bolitas más pequeñas que él, y ahora que ha acumulado mucho más poder del que tenía al principio, debe aprender a ingeniárselas para sobrevivir sin que otras bolas de su mismo tamaño terminen engulléndole a él.

No hace falta caer en el clásico servilismo de decir que los videojuegos son más válidos o tienen más dignidad ahora que una serie de televisión los utiliza como elementos de guion. Esa actitud genuflexa, anhelante de llamarlos «fenómeno cultural», ya ha quedado atrás: que House of Cards eche mano de nuestro medio para apostillar sus argumentos, con más o menos acierto, con mayor o menor naturalidad, debería significar no solo que los videojuegos y quienes los disfrutan (sea un niño o el mismísmo Presidente de los Estados Unidos) han dejado de vivir en los márgenes de lo que el mundo entiende por cultura, sino también que a estas alturas ya no le deben nada a nadie.

Redactor
  1. TizonaES

    Gran artículo y gran serie. El momento Agar.io lo vi clarísimo.

  2. nilgarcia

    Nunca suelo comentar pero gran artículo pinjed.
    Me flipa la serie y llevaba tiempo esperando que alguno de vosotros escribiese algo. Me impactó muchísimo verle jugar a Monument Valley, y cómo se las apañan para que todo tenga un mensaje.

  3. Sams

    Grandísimo artículo. Ya era hora que alguien hablara sobre la evidentísima relación de House of Cards y los videojuegos. De como Frank los usa como punching ball pero también de como sorprende la naturalidad con la que otros personajes hablan sobre ellos. Está bien que los videojuegos no solo salgan como algo negativo en la TV, que sean algo normal.

  4. fonte

    No recordaba el momento God of War Ascension, he tenido que buscarlo en YouTube.

    Underwood no puede jugar al juego porque requiere internet y no se lo pueden poner porque la conexión no es segura. De first-world-problems a leader-of-the-world problems

  5. cutney4tw

    Gran articulo!
    Y pedazo de serie como la copa de un pino. A ver si me reengancho, vi las dos primeras conforme salieron, y la tercera la vi ya en Netflix España. Tengo que ponerme con la 4 ya!

    Un poco offtopic, pero a quien le gusten este tipo de series más sesudas, BOARDWALK EMPIRE. Ahí lo dejo. Para mi la mejor serie.

  6. DaftKafka

    En muchas series se nota que es un product placement, pero aquí ya había notado que tiene un mensaje que influye en la serie. Obviamente en el momento Agar.io es muy fácil de entender, ya que al final es un late motiv de la serie, comer o ser comido.

  7. Jetxot

    Grandiosa serie que rebosa mensaje y metafora a cada plano. Lo de los videojuegos es una muestra de lo inteligente del guion y de lo poco «carca» que es la serie. Por mucho que este ambientada en el profundo y complejo mundo politico yankee.

  8. BlogdeBori

    @yayo
    ¿Y quién la trae a España? ¿Netflix o Movistar?

  9. cutney4tw

    @blogdebori
    Me temo que Vomistar.
    En Netflix hace nada estrenaron la 4. El 5 de marzo, que veo que es justito un año después de su estreno en Netflix internacional. Así que imagino que los de azul mantendrán la exclusividad de un año.

  10. Majin

    Elimino comentario porque el tag de spoiler no oculta el contenido

  11. juandejunio

    Que bonita sorpresa este artículo, llevo viendo House of Cards desde su lanzamiento y siempre me pareció muy interesante de analizar la relación de Frank con lo que juega.

    Mas que el hecho de qué juega, como lo juega y por qué, incluso dejando de lado la obvia crítica sobre el placement y «querer enganchar gente poniendo videojuegos», me parece evidente que la serie propone el hecho de que en la vida moderna los videojuegos son tan cotidianos como leer el diario o salir a comprar el pan.

    Lo de Agar.io es casi magistral.

    La pregunta ahora es: ¿en la nueva temporada lo veremos jugando Ghost Recon Wildlands o Inside?

    Muy buen artículo, saludos!

  12. Kronur

    Tremendo artículo @pinjed :bravo:

    House of Cards es buenísima. Mira que todo el tema de la trama política me daba un poco de repelús al principio, pero Kevin Spacey me ha hecho su putilla.

  13. worm91

    ESPECTACULAR artículo.

    Y el momento Stanley parable a mí me dejó rotísimo. Pero como si fuera el único momento en toda la serie ¿sabes?

  14. BlogdeBori

    @yayo
    Suerte que tienes xD.

    @cutney4tw
    Vaya por Dios, al menos la estrenan de golpe.

  15. DrTenma

    Magnífico artículo. La serie me parece grandiosa (y eso que en su momento me costó empezar la primera temporada porque me daba pereza la trama política) y una muestra de lo bien hecha que está es justamente cómo las referencias a los videojuegos son tan naturales.