Clumsy God, muerte y tragedia bajo un dios de buenas intenciones

Ya hemos hablado bastante en profundidad de ese nuevo género de videojuego basado en el humor físico que ha tenido su auge con la llegada de las plataformas digitales democráticas y los experimentos indie. El mayor representante quizá sea Surgeon Simulator, que a su vez ha ido generando una estela de chaladuras cuyo chiste más gracioso es que no deberían existir, pero no todos han optado por la broma mecánica que es su control imposible.

El cachondeo con Surgeon Simulator no tiene nada que ver con ejercer de cirujano, sino con ser un cirujano malísimo, con una coordinación ridícula y una capacidad de joderlo todo fuera de lo probable, algo que se consigue complicando el control y torpedeando nuestra comunicación motriz con el juego sin violar sus propias reglas, solamente confiando en la dificultad que tiene domar la musculatura virtual de esa mano rígida. El mismo chiste llevan décadas haciéndolo gente como Buster Keaton o más recientemente Rowan Atkinson: el hilarante enredo de la torpeza.

Ahora me encuentro un pequeño jueguecillo en itch.io que da una nueva vuelta de tuerca al mismo chiste y lo acerca un poco más a esa línea imaginaria que algunos llamamos irónicamente «los límites del humor». Aquí no controlamos a un cirujano con temblores, a un controlador aéreo con narcolepsia o a un ministro de defensa alcohólico sino algo mucho más importante, algo que exige mucha más responsabilidad: somos Dios.

Clumsy God no es un juego de estrategia donde gestionar la fe, conseguir conversiones o atender plegarias: aquí somos un Dios que quiere ayudar a reconstruir una zona devastada por un terremoto, estamos ejerciendo una especie de milagro literal, una intervención divina para recuperar las estructuras caídas de nuestros fieles. Y lo estamos haciendo de puta pena.

De hecho Clumsy God ofrece esa especie de libertad cínica que ya nos daba Surgeon Simulator: «¿Qué tipo de dios quieres ser?». Si allí podías tratar de sacar adelante la operación de una forma más o menos aceptable o bien destrozarle a martillazos la caja torácica a tu paciente y causarle la muerte por la negligencia más brutal, en Clumsy God podemos tratar de reordenar las casas, levantar los edificios y apartar los escombros o bien destrozarlo todo a manotazos y aplastar a los superviviente como si fuesen hormigas al capricho de un niño maligno y enloquecido.

Solo hace falta comulgar (y nunca mejor dicho) con la fantasía que propone el juego e imaginarse un Dios misericordioso apareciéndose en las alturas para salvar a la humanidad en un momento difícil y que, en toda su majestuosidad y presencia cósmica, el tío resulte ser un inútil de cojones y estropee todavía más lo que ya de por sí estaba mal. Es el chiste de siempre aumentado en escala y mala leche, un juego que parodia al Creador y plantea la posibilidad de que Dios sea un completo estúpido sin la menor habilidad, un idiota todopoderoso. Desde luego eso explicaría muchas cosas.

De momento los vídeos muestran una versión pre-alpha todavía muy verde que parece más centrada en la cantidad de destrozos que podemos hacer que en la forma positiva de jugarlo, atendiendo a los necesitados en lugar de aplastarlos con un coche. Le sobra potencial para refinar un poco más el chiste y ser una experiencia con más ideas que una mano gigante aporreando una ciudad, aunque al final del día eso sea lo que más le hace a uno reír.

Clumsy God está disponible en itch.io para PC por un precio mínimo de 3,99 dólares.