Análisis de The Legend of Korra

Hay una frase que me gusta mucho en Bayonetta 2. Cuando entras a la tienda de Rodin, el formidable Moe de las profundidades te dice: ¿En serio? ¿A estas alturas todavía quieres que te explique cómo va la puta tienda? En The Legend of Korra, cada vez que entramos en el menú desde el que podemos equiparnos con accesorios y consultar la lista de combos, Korra nos recuerda que tenemos que equiparnos con un objeto antes de poder usarlo. ¡Tengo que equiparme con un objeto antes de poder usarlo!

Es un buen ejemplo de la diferencia entre la secuela de Bayonetta, uno de los juegos más exhaustivos, detallistas y pulidos del año, y The Legend of Korra, un encargo basado en la licencia de una serie de dibujos animados: el público al que se dirige Korra no está todavía a estas alturas, por mucho que el prestigio de Platinum Games avale el proyecto. Desde los primeros vídeos tenía pinta de ser un resumen rebajado con agua de las señas de identidad del estudio, y no estaba muy desencaminado aquel que tuviera esa sensación: a pesar de estar lejos de las catedrales a las que Platinum nos tiene acostumbrado, Korra sabe mantener cierta esencia y adaptarla al universo de la serie, dando forma a un juego disfrutable, menor, quizá más apropiado para seguidores del material sobre el que trabaja que para aquellos que quieran otra dosis de lo que ha convertido al equipo de Inaba y Kamiya en referente mundial del videojuego hardcore.

Si Korra no es memorable es por los detalles. Por su ausencia, más bien: con un tiempo, imagino, más limitado que en otras ocasiones y sin el respaldo de otro equipo que les facilitara parte del trabajo (como en el caso de Rising, en cuyo desarrollo entraron cuando ya había una parte hecha), Korra salva la papeleta centrándose de una forma obsesiva en el combate. La manera en que lo hace es extraña: por avatares de la historia, la protagonista pierde sus poderes nada más empezar el juego; buena parte del juego va sobre cómo los recupera, enlazando de una forma más o menos ingeniosa las mecánicas de combate con las pruebas que tiene que superar para que el agua, el fuego, la tierra y el aire, los cuatro elementos que dominan los Avatares.

Con Bayonetta como referencia (hay parte de la bruja en Korra: cuando esquivamos cinco veces, el quinto salto acaba con Korra en el suelo, paralizada por un momento; los partidos de Pro Bending, uno de los minijuegos que hay en el juego, terminan con un sonido de obturador idéntico al que suena cuando terminamos un verso de Bayonetta), The Legend of Korra comienza con una secuencia en la que tenemos todos los elementos, y podemos repartir estopa con una soltura formidable; para nuestra desgracia, lo normal es que no sea hasta el segundo o tercer capítulo de la segunda partida cuando hayamos desarrollado los cuatro elementos lo suficiente como para poder sentirnos en igualdad de condiciones con los enemigos del modo Extremo. Una vez despojada de sus poderes, Korra va lanzando patadas y puñetazos de manera torpe y poco dinámica; en un mundo ideal serviría para que el jugador comprendiera a través de las mecánicas que los contraataques son esenciales para llegar a buen puerto (lo son, y mucho), pero a efectos prácticos es una zancadilla: el ritmo de la toma de contacto con el juego es una pequeña catástrofe que no tiene nada que ver con lo que llega más adelante.

Al final de algunas misiones hay un pequeño minijuego a lo Temple Run en el vamos a lomos de Naga, su perro barra oso polar barra protagonista de Consome Panchi; no son los momentos más inspirados del juego, pero tampoco molestan, sin me preguntáis a mí. Es una forma bastante decente de relajar entre secciones de combate, y como guinda a algunos capítulos, no todos, funciona bien. Como con las secciones principales, estas partes de carrera tienen más gracia cuando hemos desbloqueado todos los poderes, que aquí también tienen efecto.

Bastante más adelante, eso sí: para cuando hemos conseguido todos los poderes, apenas nos quedan dos niveles y un jefe para utilizarlos. La combinatoria de elementos podría ser más interesante que el hecho de que cada uno sea un arma, por decirlo de alguna forma: el agua son las pistolas, la tierra es el martillo, el fuego son las espadas y el viento es el látigo, por establecer unos paralelismos con algo de lógica. Durante la primera partida combinarlos no tiene mucho interés; aunque es un juego complicado (a veces porque los combates son exigentes, y otras porque los puntos de control están colocados sin mucha cabeza), no es hasta la dificultad mayor cuando el sistema de elementos comienza a tener sentido, cuando utilizar uno u otro tiene sentido en función de contra quién nos enfrentemos.

Esto también ocurre en Bayonetta, volvamos a eso. Podemos asumir que el combate de Korra está bien diseñado (lo está) aunque solo brille a partir de la segunda partida; aunque es cierto que Platinum tiene cierta tendencia a enseñar muy poquito de sus juegos en la primera vuelta, dejando para las posteriores partidas y los jugadores más perfeccionistas la mejor parte, a Korra le fallan los detalles. El énfasis en hacer que el combate sea el plato principal está bien, pero que la historia se pueda resumir en una frase sin que se pierda demasiado puede resultar conflictivo para los que esperaban que le contaran realmente una historia de enlace entre dos temporadas de la serie. La generosidad y exuberancia de los juegos mayores de Platinum se sustituye aquí por cierto utilitarismo como de juego de móvil: quitando el buen sabor de boca que deja la segunda partida en Extremo, la filosofía de Korra es bastante what you see is what you get.

Con todo, he disfrutado The Legend of Korra y he visto en él el ADN de Platinum en acción, limitado por el tipo de juego que tenían que hacer pero que se demuestra suficientemente versátil como para acomodarse a un trabajo por encargo y salir más o menos victorioso. Un poco más de esfuerzo en desarrollar el universo de Korra dentro del juego, una historia que hiciera algo más por ser interesante y un poco de tiempo más para ir más allá de la base y trabajar en aquello que hace que los juegos sean especiales se habría agradecido; como está, Korra es el tipo de juego divertido y agradable que parece no querer mantenerse en nuestra memoria durante demasiado tiempo. Es una introducción encantadora al universo Platinum y un resumen divertido de ciertos puntos fuertes del estudio y de su manera de aproximarse al hack and slash; de alguna manera y a pesar de todo aquello en lo que flojea, es la demostración de que Platinum puede trabajar con licencias externas y limitaciones de tiempo y salir más o menos airosa. Se me ocurren situaciones peores. [6]