Análisis de Kirby Triple Deluxe

Decía Iwata hace un tiempo que iban a dejar de lado el efecto 3D de Nintendo 3DS como uno de los elementos clave de la consola, aunque «probablemente seguiremos con el 3D como un elemento menor» en las que vengan en el futuro. Catástrofe: el gimmick del efecto de profundidad sin gafas se ha dejado de lado, a nadie le importa ya, Nintendo nos ha engañado. Alguna vez he destacado las bondades del 3D sin gafas en algún juego, pero el primero al que he jugado de principio a fin con el regulador al máximo ha sido Kirby Triple Deluxe.

Puede que el efecto sea un gimmick, pero para nada lo son los distintos niveles de profundidad en que se dispone el diseño de niveles. Cuando lo empecé a jugar me preguntaba si sabrían aprovechar esta peculiaridad y HAL Laboratory no decepciona: inventiva y buen gusto se mezclan en Triple Deluxe para crear algunos de los niveles más memorables de toda la serie. No es algo que se vea desde el principio: el primer par de mundos siguen bastante a rajatabla la fórmula que se inauguró en Game Boy y se concretó en NES, añadiendo un plano de profundidad extra pero sin salirse demasiado de una linealidad que empieza a romperse a medida que avanzamos, cuando el juego empieza a considerar que ya tenemos suficiente soltura como para complicar las cosas.

Es este ánimo de enrevesar todo lo que hace que Triple Deluxe destaque, aunque no sea muy distinto a lo que ya hacía, siguiendo un camino más clásico, Kirby’s Adventure Wii: la forma en que se dan la mano el diseño de niveles con los distintos poderes de Kirby, por ejemplo, tiene aquí un punto extra de interés por cómo el juego nos anima a aprovecharlos en secciones más dinámicas; en cierto nivel, tenemos que ir cambiando de plano mientras una pared con pinchos nos va comiendo terreno, arrasando con todo lo que encuentra a su paso y amenazando con hacer lo mismo con nosotros; en otros, tenemos que atacar con un cañón a los enemigos que hay en el fondo; en otros, lo que hacemos en nuestro plano afecta a lo que ocurre atrás, y tenemos que coordinarnos para, por ejemplo, conseguir que una llave llegue con éxito a una zona segura.

Quizá del arcade vengan también, con menos éxito, las secciones que más gravemente ponen la zancadilla a Kirby Triple Deluxe. Están concentradas en los últimos tramos de la aventura principal; ahí, como orgulloso de sus jefes finales, el juego nos lanza sin parar, una y otra vez, a los mismos enemigos, de manera atropellada y saliéndose algo de su tono; lo que en el mundo 3 parecía un jefe final extraordinario, a la tercera vuelta te parece un engorro, una desgracia y algo que no quieres volver a ver en tu vida. A pesar de que la recta final de la aventura es intensa y podría haber sido genial, se lastra a sí misma con esta repetición, aún más triste en un juego que generalmente prefiere no repetir, que sorprende constantemente con las formas en que nos hace usar herramientas o técnicas similares.

Sorprende también, en un juego tan cuidado técnicamente (ya no solo por el 3D: las animaciones, la vida de los escenarios, todos los efectos visuales son excelentes, y la tasa de frames por segundo es de las que sorprenden; por momentos parece que va a más de 60, como pasaba con A Link Between Worlds), que los vídeos hechos por ordenador, aunque sean tan pocos, estén tan mal: no tienen voz, ni sonidos, ni siquiera una música que encaje especialmente bien con ellos; parece que han puesto encima la primera canción que les sobraba, y a otra cosa, mariposa. Entre unas cosas y otras, el sabor de boca que nos deja el modo de juego principal es algo peor de lo que debería; sigue siendo un juego fantástico que nos ataca con buenas ideas y ejecución brillante hasta las últimas dos o tres pantallas, eso sí: Triple Deluxe tiene mejores plataformas (aunque no más: es relativamente corto, aunque aun así puede durar ocho o diez horas) que la mayoría de sus compañeros de género.

Imagino que de cuánto estéis de acuerdo conmigo en todo lo de arriba depende cuánto puedan alargar la vida del juego los extras, los minijuegos adicionales y la búsqueda de todos los llaveros coleccionables. Además de los Combates Kirby y Redoble de Dedede, los dos minijuegos que ya conocíamos (uno de lucha y otro rítmico; los dos muy recomendables, muy bien pensados y muy divertidos), cuando terminamos el juego se nos desbloquean más cosas. El Coliseo, otro clásico, en el que nos enfrentamos, sorpresa, a los jefes finales para intentar conseguir el mejor tiempo en la clasificación; y la Aventura de Dedede, una versión condensada del juego principal en la que tenemos que hacerlo lo mejor posible para llegar al final en el menor tiempo posible. Yo lo terminé en dos horas y poco; dos horas más de partida que me entraron sin problema, y que quizá extienda para conseguir un tiempo mejor.

Seguro que más de uno esperaba mucho de Yoshi’s New Island y no tanto de Kirby Triple Deluxe. Error: si algo nos ha enseñado la vida, es que es relativamente fácil fiarse de Kirby y acabar satisfecho, algo que de Yoshi no podemos decir tan en alto. Triple Deluxe mezcla algunas de las cosas que más gustan del personaje: plataformeo creativo, buen uso de los poderes, una buena ración de extras sorprendentemente cuidados y una redondez (¡ja!, no me refiero a Kirby) muy de HAL Laboratory, un oficio encomiable sobre el que se levanta uno de esos juegos que hacen especial a Nintendo 3DS. Me gusta que Nintendo tenga a Kirby ahí como campo de pruebas para la experimentación segura; me gusta que se hayan atrevido a darle un giro al diseño de sus niveles, en lugar de mantenerse en la senda del de Wii; me gusta poder decir que he usado el efecto 3D de la consola durante todo un juego, caray. No es el juego de nuestras vidas, y no busca estar con nosotros para siempre, pero es de los que nos hacen más llevadero el tiempo. Hay que querer a Kirby. [8]